lunes, 28 de diciembre de 2015

2/4: Vos huracán… yo fuego:


(El crédito de la imagen no es mío)

Arcilla soy en tus manos, barro que toma forma solo con tus labios. Sos la arquitecta de mi fuego, la única que manda en mi deseo.
Sos la joya de un Imperio que yacía perdida hace tiempo. ¡Qué buena fortuna, que sea mi ventura ser exploradora y no temerle a la locura!.
Es tu voz el canto de sirena, que hace a mi barco tambalear. Pero es tu cintura el puerto seguro donde quiero atracar.
Sos huracán guiando mi vela, y una tormenta en suspensión cuando me besas. Soy tan pirata cuando me miras, por los suspiros que robarte se me antoja.
Soy ese ámbar que se mezcla en tu cielo. Sos ese violeta que se funde en mi suelo. Soy ese Pierrot que aprendió del dolor, y en su tarea halló un Bufón que comenzaba a vivir de nuevo.
Sos la mañana cálida asomada a la ventana. Soy la noche reflejada en el claro de tu mirada. Sos solsticio de verano, y yo solsticio de otoño. Aunque desde donde estas seríamos solsticio de invierno vos, y solsticio de primavera yo.
Así como abarcamos cuatro estaciones como música de Vivaldi, tenemos lo mejor de la numerología y el registro de otras vidas.
Por eso no hay duda de que vos sos águila y yo soy cóndor. Y aunque nos separan río, tierras y mares nada impide que dos almas se amen.
Y es que tu tierra del mescal y el tequila, de sonidos Pre-hispánicos y rancheras, y de vientos tropicales se lleva bien con mi tierra de vinos y mates, tangos y chacareras, y de vientos patagónicos, norteños y pampeanos.
Y es que tus raíces y las mías coinciden como tu esencia y la mía, como tu alma y la mía. Y es que andamos aprendiendo a ser una sin dejar de ser dos, amando en su totalidad aquello que nos define.
Fuego y huracán. Alejandría y Esperanza, fragilidad y fortaleza, conexión y coherente locura. Y así con cosas que tan sólo vos y yo entendemos, donde Ich liebe dich, Te amo, J t’aime dicen más que lo que su raíz y desinencia le imprimen.   
Y eso lo hemos descubierto, desnudando nuestras almas ante nuestro mirar. Y es que vos y yo somos más que lo que nos han dejado mostrar.

Alexiss Mocçia®


N/A: Este escrito surgió empezando lo que esa persona especial y yo habíamos denominado locura coherente. Y al conocernos más empezamos a usar ciertos códigos para hablar de lo que nos pasaba al tiempo que el hecho de vivir en dos países diferentes y tener culturas diferentes nos permitía ir navegando en mares nuevos y aprendiendo de la una y de la otra. Y justamente este era un primer esbozo de aquello que saqué en limpio de lo que nos tocaba tanto por nuestras propias personalidades como por lo adquirido de nuestras naciones y culturas.  










sábado, 26 de diciembre de 2015

1/4: Nunca te rindas:

   
(El crédito de la imagen no es mío)

Eran tus ojos los que sonrían por debajo de tanta agonía. Ellos me hablaron de cuando eras una rosa en plenitud y de cuando solo un capullo de mariposa pretendías ser.
Me contaron que guardas cicatrices que sólo tú conoces y comprendes. Me dijeron que te ahogas en llanto todas las noches y que no hay a tu lado alguien ameno que tienda una mano. Alguien que te confíe sandeces sólo por pintarte una sonrisa y regalarle a tu alma una caricia.
Es tonto quizás que sea yo quien te escriba esto pero quería hacerte llegar por medio de mi puño y letra esas palabras que le faltan a tu canción.
«Eres hermosa en toda ocasión y cuando sonríes haces vibrar mi corazón. Eres el mejor tesoro jamás encontrado y el más bello de los secretos develados. Tu misterioso encanto esta en tus ojos y recorre tu cuerpo pintándome ideas que son pecado si las cuento».
Pero como siempre no es de mí de quien quieres escuchar este cuento, por lo que me hago a un lado y guardo esto para un próximo encuentro.
Hasta la próxima procura no sucumbir en tu tristeza que tu rostro es más bello con una sonrisa. Procura hacerle caso a tus ojos y regálale garra a tus días, entereza a tus mañanas y esperanza a tus noches. Procura también hacerme caso a mí y levántate tras cada caída, no le des ninguna satisfacción a los que quieren verte vencida, y recuerda que aquí tienes una mano amiga para que nunca te rindas.  

Alexiss Mocçia®


N/A: Este escrito poético tenía la intensión de servir para momentos difíciles de una persona que ha perdido la confianza en sí misma y llevaba el mensaje de que alguien en secreto podía ver la luz que se ocultaba en ella y daría lo que fuese por brindarle protección, amor y estar para lo que necesitase. Pero ese alguien entendía que no podía hacer mucho ya que la persona en cuestión, que pasaba el mal momento, se debía a otra persona así que simplemente le ofrecía amistad. Al terminar de escribirlo me di cuenta que ese alguien que empezaba a querer en secreto, una vez más, era yo; y que la persona que se me había ocurrido llamar «mi amiga especial» iba ocupando un lugar más importante que el que creía. 

Proyecto «Despidiendo el año»

Hola a tod@s paso a informarles que con motivo de estar próximos a terminar este año y empezar el 2016 se me ocurrió compartirles unas poesías que son muy importantes para mí. Han sido dedicadas a una persona que forma parte de mí vida y que he conocido este año. En poco tiempo esa persona pasó a conocerme quizás más yo misma y me devolvió las ganas de escribir y superarme día a día. Me ha ayudado con una decisión sobre mi carrera y me apoya aún en la distancia. Tengo momentos únicos, maravillosos y también profundos con esa persona. Me alegra, me da seguridad y me saca de quicio en algunas ocasiones, pero no cambio por nada el haberla conocido.
Sí, me vuelvo cursi hablando de esta persona sin embargo ella es el motivo por el que sonrío más, me acepto y lucho como guerrera nuevamente. Ella descubrió no solo a la aficionada a la escritura sino a la mujer que se esconde detrás de la lineas que escribo, es decir pudo verme al completo. Por ello estaré subiendo una poesía por día, durante cuatro días, empezando hoy.
Espero disfruten de estas poesías que tiene mucho de mi y mi historia con esta persona especial, a la que desde que la conocí he llamado Piú Bella, y nos acompañen en el recorrido que hemos hecho por lo que a ambas nos gusta llamar «Locura coherente».
                       Saludos a todos aquellos que me leen y que tengan unas felices fiestas. Nos estamos viendo con más el año que entra.

   (El crédito de la imagen no es mío)

jueves, 19 de noviembre de 2015

Antes de dormir:


Sopla el viento
y me mece tu recuerdo
y en su aliento
reafirmo que te quiero


El sol; que nos alumbra;
disipa en nosotras la dudas.
Y la luna; que de noche nos visita;
saca mi parte lobuna y despierta tu parte felina.


Complemento es tu locura de bufón
de mi locura de Pierrot;
y convengamos que juntos nuestros nombres suenan mejor.


Ven acurrúcate en mi pecho,
olvidémonos del tiempo.
Deja que bese tus labios,
y permíteme cuidar tu sueño.

Alexiss Mocçia®
(El crédito de la imagen no es mío)

PD: Dedicado especialmente a mia Piú Bella, Ti amo molto.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Uno en dos:



La extrañaba tanto incluso aunque hubiesen dormido juntos hacía no más de un rato. Extrañaba provocarle sonrojos, sonrisas, berrinches, risas. Extrañaba su voz contándole coas serias, albures, bromas, trivialidades.
Extrañaba ver sus ojos cafés avellanados mirándolo y penetrando por el mar profundo de sus ojos marrón oscuro, llegándose hasta el alma donde tatuaba su nombre.
Se habían parado de la cama no hacía más que un rato y ya extrañaba su aroma, su calor y la respiración de ella sobre su pecho. Y extrañándola recordaba cómo no hacía mucho había sido uno.
Habían llegado  al éxtasis varias veces, había sido excitante, tierno, pasional todo al mismo tiempo.
Habían llenado la habitación de sudor y gemidos, incluso de alguna que otra puteada. Pero aún así ya extrañaba todo eso y por tal motivo la contemplaba vestirse como si de un sueño se tratase.
Se levantó también él y fue vistiéndose con lentitud, recordando como no hacía mucho esas prendas habían volado por acción de las manos inquietas de su amada.
Amada que intuye lo que anda rondando por la mentecita de su amor y le susurra.

—Lobito, no me voy pero tenemos que desayunar.

Él sonríe, se da vuelta y la besa. Se deja envolver por sus brazos el cuello y la toma de la cintura.
Con renuencia corta el beso y le responde.

—Lo sé panterita, pero siempre te he de extrañar porque sos mi mundo entero.

La que sonríe ahora es ella, lo vuelve a besar y concluye.


—Uno en dos siempre, mi amor. 


Alexiss Mocçia®  

(El crédito de la imagen no es mío)


sábado, 5 de septiembre de 2015

Almas que se intuyen:



Cada encuentro,
trae su propio cuento.
Y parece que México
no se halla tan lejos


Cada vez más me embeleso.
Cada vez más me enamoro.
Cada vez es más lo que siento.
Cada vez más se eleva mi deseo.


Deseo de reflejarme en el café de sus ojos.
Deseo de dormir acurrucada en su pecho.
Deseo de perderme en la inmensidad de su cuerpo.
Deseo de hacerme con el sabor de sus besos.


Besos que se vuelven ansiosos,
por acción de nuestros labios carnosos
que juegan a provocarse
y en su ida y vuelta mil emociones encienden.


Se encienden pasiones.
Se encienden sentimientos.
Se encienden ilusiones.
Se encienden pensamientos.


Y es la locura coherente
la que acorta la distancia
y hoy hace posible
que mi guerrera esté más cerca de Argentina.


Guerrera que de a ratos es princesa
y me vuelve a mí caballero.
Y en otros momentos es la roca
que sostiene mi firmamento.


Los miedos quizás abunden
pero su voz los ahuyenta.
Las emociones quizás se desborden
mas su nombre las encausa.


Porque para una mente loca retorcida,
siempre hay una mente loca soñadora.
Porque para dos soledades desveladas
siempre habrá noches de luna que acompañan.


Acompañan con música y conversaciones,
el hacerse el amor de mil formas.
Acompañan con caricias y confesiones
el extrañarse y sentirse a todas horas.


La Esperanza logra llegar a Alejandría
en cada hora y en cada día
cuando dos almas deciden ser una
desafiando lógicas y distancias.

Alexiss Mocçia® 


lunes, 17 de agosto de 2015

Lo que oculta el sol, lo devela la luna:


«De guerrera tengo la sangre», dijo una mirando su reflejo. «Reina soy y se hace lo que digo yo», expresó otra también viendo su reflejo.
La genética había puesto espada a una, corona a la otra y el destino las había puesto en el mismo camino.
Caballero defensor de la reina sería una, esclava de la mirada de ese caballero sería la otra.
Y aunque ésta última reina, soberana y poderosa había nacido daría su reino por conquistar el corazón de su caballero. Sin saber siquiera que una fémina igual que ella, se escondía detrás de esa radiante armadura.
Tiempo pasaron juntas sin sacarse las mascaras. Reina egocéntrica  y arrogante una, caballero testarudo y orgulloso la otra.
Hasta el día en que un baile de carnaval en el que todos buscan ser otra cosa, mostró la verdad de estas dos damiselas en apuros, atrapadas en roles dados por herencia de sangre.
En un giro la reina tomó la cintura de su caballero y al oído le susurró «De guerrera tienes la sangre ¿verdad?». La caballero dio esta vez el giro y tomando, ahora ella, la cintura de la reina murmuró «Reina eras y se hace lo que dices tú ¿cierto?».
«Soy más de lo que tus ojos han visto y tus oídos escuchado» respondió la reina. «Lo mismo su majestad», contestó la guerrera.
Viendo ambas por sí misma, en esta ocasión, no lo pensaron dos veces y desaparecieron en silencio del salón.
Cuentan que en palacio se amaron como una y como dos. Que la luna testigo fue de la pasión y de la ternura con la que hicieron suya a la una y a  la otra. Relatan que el sol enamorado de ellas dos, retrasó su aparición y dejó que la noche durara un poco más.
Dicen que los grillos no interrumpieron esa noche, que las estrellas alumbraron tenues como velas, y que en reemplazo de los grillos se escuchó un ruiseñor mezclado con los gemidos de las dos.
 Cuentan, y creo que exageran un poco, que fue la culminación de la utopía de Platón cuando el ser partido en dos vuelve a ser un todo de cuatro brazos, cuatro piernas, dos corazones hechos uno y dos mentes vibrando casi al unísono. Pero de esa forma sucede siempre entre los que se aman, sean hombre y mujer, hombre y hombre o como en este caso mujer y mujer.
El encontrarse, reconocerse y complementarse no es tan utópico como dice Platón. Es tan solo cuestión de ver con los ojos del corazón lo que se oculta bajo la luz del sol. 

Alexiss Mocçia®      


(El crédito de la imagen no es mío)

domingo, 16 de agosto de 2015

La rosa y el trovador:



El infinito se abre para él pues se ha enamorado otra vez. Trovador de esos que ves con el laúd a la espalda y los oyes silbar mientras por el camino van.
Saluda a todo los que se cruzan en su camino y sonríe con dulzura a los niños que corretean por ahí. Mohín infantil y mirada de alma viajera, son sus cartas de presentación.
Primero se enamoró de la idea del amor y ahora en esta oportunidad se ha enamorado de una dama tan fresca como la primera rosa que florece en primavera. Ella no es reina, pero lo parece por la riqueza que en su corazón yace.
Es simple, simpática y algo despistada. Hija del molinero, ayuda cada mañana a hacer el pan y lo vende en el pueblo.
Tiene mirada triste y cansada porque lloró la muerte de su primer amor, en esa tonta cruzada que no sirvió de nada.
 De a ratos canta un vieja canción que habla de amor, de guerra y de un adiós. Y es tonto pero para el trovador cada vez que la escucha sale el sol y cree percibir el aura de su rosa.
Se une así con su laúd a la melodía y entonces el amor hace su magia e incorpora gaitas al encuentro.
Las gaitas solo las escuchan los enamorados, cuando Eros decide entrelazar corazones. Hilos invisibles que se tejen entre la rosa y el trovador.
Y en el cielo sonríe el sol aquel caballero que en una cruzada perdió la vida y la oportunidad de hacer feliz a la hija del molinero.
Dicen que las lágrimas que él derramó antes de su último suspiro fueron la tinta con la que esta historia; entre rosa y trovador; fue escrita por Eros, un laúd y las gaitas del amor.

Alexiss Mocçia®    

(El crédito de la imagen no es mío)

martes, 28 de julio de 2015

Otra noche de ajedrez mental


La noche era oscura y sus fantasmas lo sabían.  Salieron de su escondite para mostrarles esas heridas que aún no habían cicatrizado. Le mostraron asuntos aún no olvidados. Les tiraron sus defectos en la cara mientras ella pasaba de la ira al llanto en tan sólo un paso.

Las paredes de su cuarto se hacían pequeñas y la iban atrapando en un cuarto oscuro donde no se oía nada más que la voz de los fastasmas.

Algún demonio también se coló;  ellos eran más benévolos;  le avisaban que iban a salir y le permitían si quería subir muros para protegerse.

Pero esa noche ella no quería más oír gritos; ruidos; ver imágenes pasadas; levantar muros. Es noche ella tan sólo quería un abrazo; un beso; una caricia.
Que alguien le dijese que sus fantasmas y demonios eran buenos para un escrito pero no para la vida misma. Alguien que le dijese 《todo esta bien; ven a dormir》.

Mas otra vez era otra noche donde ella y su lobito interior debían luchar con fantasmas y demonios.  Con sombras sin rostro; y rostros sin nombres. Cosas que ellos conocían bien; otra vez era tiempo de enfrentar la empatía;  la idotez; el dolor de la humanidad sobre sus hombros; sobre sus espaldas.

Otra noche de ser Atlas y no poder alzar la voz para decir 《basta; tan sólo soy una mujer común》. Sin embargo nada se podía hacer era otra vez una noche en donde su mente imponía la partida de ajedrez...


miércoles, 1 de julio de 2015

El señor de los ojos del fuego:



Su oscuridad era tanta que las sombras le temían más a él que él a ellas. Sus ojos tenía el color del fuego y por las calles caminaba taciturno perdido en sus pensamientos. Había perdido hacía tiempo su humanidad pero los recuerdos aún dolían en ese negrecido corazón. 

Para amar había nacido pero el infortunio a temprana edad había hecho su aparición, se llevaron pronto su sueño de ser padre y esposo, al irse su mujer dando a luz. El dolor lo volvió frío como el hielo, lo aisló de la gente y en gris comenzó a verlo todo.

Se fueron apagando sus ganas de sonreír, de hablar, de aprender. Se alejó del mar que era su segunda casa y empezó a caminar por las noches entre viejas callejas y callejones. Pronto la agresividad fue su fue el motor que lo mantenía con vida pero lo hacía despreciable para los demás.

Se daba a los excesos en esas noches, una fiesta en un bar de mala muerte, el olor a brandy y el botón abierto de su pantalón eran la clara evidencia de que había pasando su insomnio en la cama de alguna extraña tratando de olvidar quién era en vida y quién faltaba en ella.

Noches que lamentaba al día siguiente cuando el retrato de esa belleza de piel canela y ojos avellanas salía de su cartera. Lagrimas salía de sus ojos al darse cuenta lo desdichado que en verdad era.

De qué servía embestir a toda mujer que se le cruzaba si solo era un cascarón vacío, un envase sin corazón que nada sentía, si su amor real ya no estaba con él. La única con la que había descubierto la belleza de hacer el amor, con la que aprendió el arte de la entrega, la mujer de su vida que le enseñó a re definir la poesía en la vida, en la cama, en el día a día.   

Sin su Cleopatra, como le gustaba llamarla, él era un emperador sin trono, un Marco Antonio sin el valor de dejarse morir. Un hazme reír del hombre que fue, del poeta, del escritor, del comerciante que hablaba de amor en cada uno de sus viajes.  

Por eso la noche era su compañera, las fiestas su faena, la agresividad su soplo de vida. Su instinto lo que le permitía vivir, un hombre que pronto fue mutando y se convirtió en lobo asechando por las calles de París. Un paria, algo parecido a un Pierrot que en el último minuto de su vida aullando a la luna pidió ser mujer en la otra vida para ser él quien diera luz vida y su amor no tuviera otra vez que perecer. 

Sí aún algo de su esencia soñadora quedaba y eso le hacía creer que volvería a ver a su belleza de piel canela y ojos avellana. Y otras vez se contaría los andares de una Cleopatra y un Marco Antonio, no los de Egipto y Roma, si no los de dos amantes que saben vencer los tiempos y la historia y reencontrarse en cada vuelta de reloj. 

Un reloj que no es el que llevas en la muñeca amigo lector, este es un reloj relativo que marca ciclos, lo rige el Padre Tiempo, esta en el espacio infinito que muchos llaman universo, cielo, y espera por nuestras almas. 

Y al final de este relato les dejo mi conclusión: ¿Sería lindo vivir un amor así de total, con esa certeza de que lo seguirás encontrando una y otra vez?, ¿creen acaso que él pudo dar con ella en esta vida?, ¿se habrán reconocido?, ¿qué envases creen que ellos traerían si coincidieron en este siglo?...

Alexiss Mocçia® 

(El crédito de la imagen no es mío)

domingo, 14 de junio de 2015

Hoy…yo soy:


Que de a ratos soy niña, lo sé, que me pierdo en miedos también. Sé que necesito regaños de vez en cuando y una mirada grata al final de la jornada.
Exijo a los demás porque me lo mismo a mí, tiemblo en las noches de tormenta por mi dolor, lo no resuelto y lo que de otros me llega en el viento.
No hace falta que admita aquí que hay días en los que ni yo me entiendo. Puedo angustiarme, llorar, reír y sentirme importante todo en poco tiempo. Puedo ser susceptible a los ruidos, gritos, reproches, gestos, expresiones.
Pueden los días de lluvia volverme melancólica. Puedo contarte una historia vieja mil veces y volverme tonta de a ratos.
Pero lo que nunca haré será darme por vencida ante un reto, descuidar y/o desproteger a los que quiero. Nunca dejaré de sentir que mi familia es sagrada y que está compuesta por más personas que las que tienen mi misma sangre.
Nunca dejaré de poner mi corazón en todo lo que hago y animarme siempre a más. Mi sonrisa y mi sinceridad serán mi escudo y mi camino.
Haré de mi buen humor un arte junto con aprender historia y escribir. Diré alto lo que siento y pienso, y si puedo te brindaré una mano.
Seré la roca de quien aprecio y el empujoncito de mis afectos. Reconoceré mi error y trataré de enmendarlo en lo posible.
Pero no piensen por ningún motivo que todo aquello me hará débil, tonta o que deseo estar bien con todo el mundo. Porque así como doy también quito, y si veo que se me ve parcialmente pues parcial es lo que de mí recibirán.
Me adapto a la circunstancia pero eso no quiero decir que sea hipócrita. Porque mi convicción y mi esencia no las negocio. Y hacer rato que no apuesto mi libertad para caerle bien a nadie.
Aprendí de una loca y querida mujer que no hay nada más sabio que ser uno mismo y ser libre. Me lo escribía en cada tarjeta de cumpleaños que recibí hasta los veinte años.

Y hoy más que nunca quiero honra esa máxima. Por eso hoy en libertad y siendo yo misma, abrazo la vida con cada momento que se me brinda a manos llenas y me reto a navegar mar adentro una vez más. 

Alexiss Mocçia®     

       
(El crédito de la imagen no es mío)

viernes, 5 de junio de 2015

#Ni una menos:


Un golpe y unos bombones. Un golpe y unas flores. Un golpe y una caricia. Así se ejerce muchas veces la violencia. Pero también es violencia la humillación, el coartar la libertad y las bajezas a las que hemos sido sometidas las mujeres, en algún momento de nuestras vidas.
Algunas tenemos suerte y sólo llegan a nuestros oídos los casos extremos. Otras sólo conocemos la violencia laboral o un comentario en la calle que dista mucho de ser un piropo. Sin embargo no creo que nuestra integridad y permanencia en esta vida tenga que ser cuestión de suerte.
No por haber nacido mujer debo agradecer que no me desalienten, que no me desvaloricen, o que no me peguen. No por haber nacido con vagina debo agradecer mi suerte de no ser violada y rezar todas las noches para que no me pase a mí o a mi hermana. No por haber venido al mundo como mujer que tengo que dar gracias que estoy en un país relativamente democrático, laico, liberal donde gozo de bastante libertad, de derechos y donde puedo más o menos alzar mi voz.
La vida de una mujer no debería ser algo que esté relacionado con la suerte, con el azar. Es azar si el sexo con el que venimos, porque hasta cierto tiempo no sabemos si seremos niño o niña. Pero una vez vemos la luz del día somos seres humanos con derechos que van más allá de nuestro género. Y eso se traduce también en otras cuestiones que no quiero dejar fuera de esta reflexión.
La violencia hacia la mujer no solo viene de parte de los hombres, se ejerce también de mujer a mujer. Desde la madre que educa a los varones con la idea del macho alfa; hasta la que educa a sus hijas mujeres como una princesa obediente.
Desde aquella mujer que ama a otra pero la golpea, la cela de más, la humilla, la chantajea emocional y económicamente; hasta la mujer que mira mal o discrimina a otra por su orientación sexual.
Desde la moralista cristiana que ve a otras mujeres como promiscuas, hasta la agnóstica que se olvida que la mujer cristiana también es mujer.
Y podría nombrar cientos de casos más en el que nos violentamos entre nosotras mismas. Y con esto no trato de olvidar que los hombres tienen parte en la violencia de género y en el aumento de los femenicidios. Sino que busco que pensemos también cómo somos nosotras como colectivo femenino.
Hoy por hoy nos sumamos al #NI UNA MENOS porque ninguna de nosotras quiere engrosar las listas de mujeres golpeadas, y/o violadas, y/o asesinadas. Nos sumamos porque no queremos que le pase eso a nuestras hijas, nietas, hermanas, amigas, novias, etc.. Nos sumamos porque vivimos con miedo, porque no sabemos si volveremos a nuestras casas cuando salimos, porque nos cansamos que nuestra vida y nuestros derechos dependan de la suerte y de la buena voluntad del otro.
Sin embargo de que sirve esto sí en la cotidianeidad pienso y ejerzo violencia contra el colectivo al que pertenezco. Sí cuando hablan de violación a una mujer me fijo en la vida social de la joven, en su familia y en la ropa que llevaba.
Si cuando escucho que golpearon a otra mujer digo «Algo habrá hecho para que le pasase eso». Si no me rebelo ante comentarios machistas como «Esto quizás no lo entiendan porque son mujeres».
Si no le hago notar a un superior o a un profesor que su comportamiento esta rondando la misoginia. Si no considero mujer a las mujeres que le atraen otras mujeres. O no hago participe de la lucha a aquellas que piensan diferente a mí o tienen creencias adversas a las mías.
O si todavía creo que la mujer que llega lejos en su trabajo lo hizo acostándose con todos y no valoro sus capacidades.
Con todo lo aquí expuesto pretendo que no solo debemos sumarnos a una marcha y a un reclamo pensando únicamente en acabar con la violencia de género ejercida por el colectivo masculino. Sino que además tenemos que erradicar la violencia de género ejercida por nosotras mismas contra nosotras mismas.
Antaño muchas mujeres de diversas ideologías, creencias, profesiones, educación, etnias y clases sociales abrieron el camino por la lucha de nuestros derechos. Hoy levantemos ese mismo guante y antes de juzgar a otra mujer, de señalarla, de discriminarla y de excluirla recordemos que es mujer igual que nosotras. Que tiene los mismos derechos que nosotras, que pertenece al mismo colectivo que nosotras.
Y que si deseamos un cambia real no nos olvidemos de empezar por nosotras mismas. Dale la mano a la mujer que tenés al lado y haz de su lucha, tu lucha. Entre todas podemos más. Separadas nunca se lograra el #NI UNA MENOS.
Por una sociedad con más respeto y solidaridad, y menos violencia y prejuicios.  


martes, 14 de abril de 2015

Fatum



La realidad se mezcla con la fantasía, cuando se trata de esa loca sintonía. Grita tu piel y la mía que no se termine jamás esta sinfonía.
Son tus suspiros y los míos los que sirven de hilo. Son tus jadeos y los míos los que hablan del destino.
Es sentirte mía y es sentirme tuya. Es perderme y encontrarme. Son tu alma y la mía que parecen reconocerse de otra vida.
Es tu historia y la mía, tan igual y tan distinta. Es la lejanía la que burlamos todos los días. Es la geografía la ley que domina. Pero es tu caricia y la mía la que rompen fronteras y acortan distancias.
Es único, complejo y nuestro; tanto los «te quiero» como los «te amo». Es única, compleja y nuestra la forma de sentirnos y de entregarnos.
Es apostar a lo seguro y al riesgo. Es estar entre la euforia y el miedo. Es la esperanza de que reviva Alejandría y que Alejandría aliente la esperanza.
Es pensar una libertad de a dos, una felicidad de a dos. Es temer que esto se termine, o que en un bonito sueño quede.
Pero niégame que me queres, que te sentís mía y me sentís tuya. Niégame que te acostas pensando en mí y te levantas nombrándome.
Niégame que sentís que esta locura es coherente. Niégame que cuando no hablamos no te tiembla el ser.
Niégame que te estremeces al escuchar mi voz. Niégame que aunque ciegas las dos nos sabremos reconocer.
Niégame que tu alma y la mía están partidas en dos, y una parte la tengo yo y la otra la tenés vos.
Ves no podes negar que esto nos trasciende, nos aterra, nos envuelve y nos deja perplejas.  Ves ni vos ni yo podemos negar que hoy nos amamos.
Ambas siendo caballero y princesa a la vez. Ambas con la certeza de que hoy Alejandría le pertenece a la Esperanza y la Esperanza a Alejandría.

 Alexiss Mocçia®

(El crédito no es mío)

domingo, 12 de abril de 2015

Melancolía nocturna


Pienso en el frío de la noche en todas aquellas cosas que he pasado desde niña hasta el día de hoy. Y contemplo la mujer en la que me he convertido con mezcla de miedo y asombro. Me asombra el crecimiento que veo, los detalles que pueden pasarsele a cualquiera pero que para mí adquieren importancia tangible y sentida. Veo con asombro los pasos seguros que doy ahora ante lo que me ponga la vida en el camino, como mi intuición hoy tiene más fuerza y más peso. Me asombra descubrir como el cosmos y mi madre me hablan a través de personas, de poemas y de música. 
Veo con asombro como crece mi escritura y como se achican mis dudas, pero igual ronda el miedo cada vez que me ataca la nostalgia. 
Hoy justamente es uno de esos días, el frío ha calado hondo y me ha puesto a pensar. Y pensar es bueno cuando no esta teñido de oscuridad el camino. Y sé que hay una fuerte luz violeta que me protege y que si lee esto no le gustara, pero hay días en los que nadie puede evitar esto que me sucede para hacerme poner los pies sobre la tierra.
Y es así como entre toda la algarabía que me invade por lo bueno que me va pasando, ha un dejo de recuerdos que gritan desbocados que ciertas cosas mías jamás podrían ser amadas. Y realmente si las hay, y so feas o mejor dicho me hacen sentir fea.
Como dije en ocasiones las angustias me las he comido y hoy ese mal habito dejo su huella. Y no es solo el peso que voy a necesitar perder, o la inseguridad que se marcó en mi ser. Sino también son las cicatrices que adornan mi piel, que son tatuaje y que duelen en la desnudez. Verme no me gusta en lo absoluto y sé que quien me vea tampoco amará esa parte de mí.
Tengo caminos entre blanquecinos y rosados que le ha aparecido a otras al dar a luz a los milagros pero que en mí aparecieron por ser tan tonta y descuidada que no previó que alguna vez podría ser deseada.
Huyo de las cámaras, de la mirada, de la playa atestada de gente. Soy de las que usa short y remera para darse un chapuzón en la piscina, la que no se mira mucho cuando se baña y la que solo ve con buenos ojos sus labios pero que detesta todo lo demás.
Por eso es que no puedo creerme las palabras gentiles que dicen que soy hermosa, por eso no estoy segura de muchas cosas. Por eso no me veo en cuadros de arte a menos que sean de Botero o en esculturas que no sean las etruscas. Soy robusta, rustica, maciza, ojos marrón profundo y la altura un poco más que un hobbit.
Tengo sendos caminos que marcan que mi piel se ha estirado demasiado y sendas dudas de que alguien quiera besar semejante esperpento. No me gusto y aunque cambie como lo vengo haciendo falta solo una noche fría para que recuerde el porqué soy distante para algunas cosas.   
Falta solo una noche de nostalgia y melancolía para que recuerde que de hermosa solo tengo la sonrisa, y que nadie se sentirá complacido de conocer lo que hay debajo de mi camisa.
Perdón luna por caer de nuevo en esta tortura, perdón peregrino de los campos de violeta por perder la calma en esta noche; pero ya debes saber que el frío tiene este efecto en mí. 
El frío, mi frío mejor dicho trae nostalgias, melancolías y fantasmas...

Alexiss Mocçia®

viernes, 10 de abril de 2015

Es…un dulce no sé



Es tu voz el dulce viento que me calma.
Es la brisa que refresca mi alma.
Son tus ojos los luceros,
que hacen mi día más ameno.

Es tu aroma a cítrico y menta
que aunque no lo perciba de cerca  
de alguna manera me llega
y de algún modo me completa.

Es ese «te quiero»,
que se siente sincero.
Es robarle una caricia al tiempo,
y pensar que este camino estaba preparado.

Es mezclar la razón con la locura.
Es desear ser Neruda,
para bordar un poema en tu cintura.

Es desear que no dejes de ser mi musa.
Es agradecer que mi métier sea la escritura.
Es sentirte egoístamente mía
 y sentirme sencillamente tuya.

Es ver cómo te adueñas,
de la esencia de las violetas;
y sabes hacer relucir el ámbar que me caracteriza.

Es sentir que no hay explicación
para tanta compresión.
Pero al mismo tiempo sentir cómo ese dulce «no sé»
nos llena a ambas de satisfacción y placer.

Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío)

lunes, 6 de abril de 2015

Cuando se oculta el sol


Te imagino cerca de mí, paseando por la orilla del río. Palabras sin sentido tejen nuestro primer dialogo cara a cara. La brisa del viento nos despeina el pelo y provoca la primera risa de mi boca. Es que ver los esfuerzos que haces para no arruinar el momento, te hacen ante mis ojos lo más adorable que conociese.
Bufón te definiste una vez para mí y si eso es sinónimo de alegría y plenitud, bienvenido que lo seas entonces. Pensando en eso siento tu mano tomando la mía y tiemblo ante ese contacto, esperado, anhelado pero que por sorpresa me ha tomado.
Ahora sos vos la que se ríe al percatarse de mi sonrojo, de esa mueca tímida que no quiere convertirse en sonrisa para no delatarse. Mueca que me traiciona cuando lleva brillo a mí mirar.
Y ríes entre divertida y nerviosa, porque por sentir que estoy perdiendo voy subiendo mi mano por tu brazo y me llego hasta tu cuello. Lo acarició despacio para sentir como tu corazón golpea fuerte en tu garganta. Estoy segura que si te preguntase algo no te saldrían las palabras para contestarme. Sin embargo poco me importan en este momento las palabras, ya hemos dicho bastantes.
Por eso calló yo también y sigo mi recorrido hasta tu mejilla, mientras siento tus manos en mi cintura aferrándose con esa fuerza tan tuya.
Mis dedos delinean tus labios conscientes de que el tiempo es relativo, que todo puede desaparecer si no se sabe memorizar el momento. Y tus manos lo saben también por eso juegan con mis costados, mientras nuestros rostros se dan a la tarea de acortar la distancia, mínima, que había entre tu boca y la mía.    
No falta, en ese encuentro esperado, un suspiro que se nos escapa. Suspiro que lleva la osadía de Alejandría y el color de la esperanza. Suspiro que resume prisas, ansías y la sensación de estar en casa.

Un suspiro que permite que tu lengua se encuentre con la mía y vuelva a definir qué es la poesía. Y al terminar nuestro beso el sol se comienza a ocultar mezclando, entre el cielo y el agua, el violeta con el ámbar. 
Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío)

viernes, 3 de abril de 2015

Crónica de un caminante


Era un día cualquiera, tan parecido a otros que ya había vivido. No iba a ser diferente, otra vez me sentiría estancado, otra vez caminaría sin rumbo por ningún lado. Otra vez las calles me parecerían las mismas, sin vida, sin luz, sin nada que mereciese la pena, que mereciese la vida. Otra vez se repetía la historia y amar a quien no debía parecía mi estigma, mi condena,
Otra vez los fantasmas se me agigantaban y me decían «no vales nada». Otra vez se morían las palabras en mi garganta. Otra vez la impotencia era mi compañía. Siempre ha viajado conmigo, desde que tengo uso de razón la impotencia, la ira contenida han estado en mi maleta. De ahí los puños apretados, las mandíbulas dolientes, las lagrimas sufrientes que se escapaban en sueños y llamaban a alguien sin nombre, a alguien que no respondía, que no estaba.
Y por esas épocas me deslumbraban muchos falsos soles, muchas mentiras blancas, muchas publicidades de neón. Y por esas fechas yo mentía, como mienten otros, como hacen muchos. Pero lo peor es cuando caía en creerme esa mentira. Pequé de tonto, de Pierrot, de roto espejo que no refleja nada. Me estanqué, me inventé una realidad que terminaba por atraparme en un rol que no era mío ni por asomo.
Caminando así fui perdiendo la confianza en tiempo mejores, en que merecía la felicidad, en que no habría ausencias que contar. Comencé a tener miedo de la noche, a amar los desvelos solo por el hecho de que despierta podía huir de aquello a lo que temía enfrentar. Mis sueños eran pesadillas, mi humor era la de un perro abandonado, que saca los dientes solo para defenderse de todo lo que cree lo puede lastimar.
Y ahí estaba yo, sin rumbo, sin saber qué hacer. Descubriendo que había más debajo en mi ser, algo de lo que no quería ni saber, ni entender. Tuve que detener mi caminar, llorar de más y jugarme a hablar de que no siempre he sido yo. Hablar de que había algo distinto, algo que me llamó la atención hace mucho pero solo al tocar fondo me atrevía a confesar, a admitir.
Es entonces que en este proceso di con una curva, tomé un camino que no imaginé jamás o más bien en el que no había reparado por andar mintiendo, por andar ocultando partes de mí. Esa curva me trajo paz, me hizo pensar.
Aquella curva me hizo temblar, me traspasó la piel y entonces la realidad me alcanzó. Y al hacerlo me dijo «esta sos vos, aceptate». No negaré que me asusté e intenté volver a huir, pero una mano se choco con la mía una tarde cualquiera. Andábamos leyendo las mismas cosas, comentándolas sin relacionarnos para nada. Pero la mirada parecía la misma y eso me sorprendió.
Hacía rato que había comenzado a dudar que alguien pudiese ver más allá de lo que estaba escrito, por lo que encontrarme con alguien que oficiaba de hacer lo mismo que a mí me gustaba capto mi atención. Y pasé a seguirla en un camino unidireccional, a leer que podía en dos frases sintetizar a Platón, a Lorca, a una rosa. Que entendía de dolores y amarguras.
Se sentía como que aunque no nos conociésemos sus palabras eran las que yo no me atrevía a decir. Estancada en el rol de alguien formal, nunca tuve la fuerza para mandar por donde vino a alguien. Siempre cubrí mi palabra de metáforas muy rebuscadas, y en cambio ella escribía directo; no eran vulgaridades sino simplezas con sentimiento palpable. Y solo un ciego no sabría qué escondían esas palabras. Y comencé un habito del que no me cansaría, leer, perderme en esas oraciones. Y sorpresa fue saber que ella daba al tiempo conmigo, que comenzaba a seguirme, que me leía y luego me comentaba.
Era estar esperando por ese intercambio de nomas que unas cuantas palabras, que luego se transformaron en oraciones más largas y con el tiempo fueron desvelos acompañados. Conversaciones que develaban lo poco y necesario, que me servían para no caer, para escribir, para renacer. Pero parecía que la estaba idolatrando, que otra vez salía de mi lo idílico y el temor de que todo fuese un sueño me dijo «que tal si esta vez dejas lugar para lo real, no hay nada que perder con probar esta vez mostrarte como sos y permitirle al otro hacer lo mismo».
Y por vez primera le hice caso a ese miedo, que venía de varios intentos fallidos en los que no me habían visto de verdad, o en las que yo no los había visto a ellos de forma real. Así las conversaciones se volvieron testamentos para mostrarle que yo no era un cuento, que por más hadas que adornen mis palabras no soy más que una mujer, que a la noche quiere gritar al mirar la oscuridad. Que todavía tiene miedo, que no cree que es hermosa, que perdió la confianza en muchas cosas. Que tiene complejo de príncipe errante, pero es también una princesa prisionera. Tengo algo de guerrera y de maquivelica. Tengo narcisismo de a ratos y en otros me siento un trapo.
Tengo defectos que en ocasiones han tapado mis virtudes, he vivido y he soñado. He anhelado y he perdido. He nacido con algo que me dolía en las entrañas, saber que no había sido planeada. He nacido pensando que le debía a mis padres el haberme aceptado.
He crecido pensando que la gente es buena pero tiende a hacer daño, perdoné más de lo que me han perdonado. Di explicaciones a quienes no debía, y ayudé a quien no lo pedía ni agradecerlo sabía.
Terminé creyendo que mi rol era ser el saco de boxeo de aquel que la pasa mal. Terminé creyendo que me dejaban por alguien mejor, que era tonta por esperar. Terminé creyendo que algo conmigo estaba mal, que no despertaba esa curiosidad que te hace querer saber más. Que de mi solo pedían amistad, que era fea a los ojos de los demás.
Hice de mi intelecto mi armamento, me defendí con argumentos, levanté banderas que se volvieron fortalezas. Me llené la mochila de cosas no dichas, de omisiones, de tonterías. Me refugié en la fantasía, cree un mundo de arcilla. Y cuando me atrevía a ser valiente mi madre partía. La vida me decía «esperaste mucho, este es el precio a pagar por no haber crecido de verdad».
Se cerraba otra vez mi garganta, las palabras morían, la ira volvía. Me hablaban de tiempo, de curar y yo solo podía llorar. Odié las fotos, los recuerdos, las palabras dichas,el olvidar el sonido de una voz.
El volver a casa y saber que no habría té que compartir, charlas que entablar ni abrazos que dar. Que el «buenas noches» con un beso ya no estaría para mí ni para nadie más.
Y otra vez comencé a creer en falsos ídolos de cristal. Personas en las que quería perderme, y sino fuera que para algunas cosas mi cuerpo se resistía y me decía «espera», hace rato que sería una más en alguna agenda de algún don juan.
Fue entonces que abriéndome a ella y mostrandole que era simple, común y corriente, que lo bello solo era lo que escribía no lo que vivía; me abrí camino en su vida. Me mostró sus heridas, y sus batallas tanto las ganadas como las perdidas. Y si para mí era bella por lo que pensaba, cuando se mostró tal cual era, se hizo más bella.
Y busqué entonces entre los adjetivos que conocía alguno para denominarla, para que al decirlo solo pudiese referirme a ella. Terminé así acudiendo a otro idioma, al que venía de mis raíces, esas que había olvidado porque me hacían recordar el dolor de ya no tener a mi vieja* . Y fue el italiano con su Piú Bella el elegido para tal empresa.
Y así al hacérselo llegar por escrito me sonrojé y sentí que invadía su espacio, quizás sin permiso pero era lo que sentía. Y cuando se lo dije por audio fue más placer que vergüenza, lo que de mi se apoderó. 
Después le siguió el aroma de las violetas que asocié perfectamente con ella, al saber su significado, al ser junto a las rosas blancas mi flor favorita. Y hoy todo eso se tiñe incluso de cierto verde que solo habla de la calidez que me invade cada vez que coincido con ella, que nos perdemos en charlas sin importar que las horas pasan, o si al otro día seremos mapaches o zombies. 
Y es tanta la familiaridad que ya la siento como si fuese mi casa, me gusta darle la bienvenida o que sea ella la que me lo de. Me gusta saber que la cuido, que puedo escucharla, que estoy allí para ella. Me gusta enviarle abrazos, besos y ahora decirle que la quiero. Me gustan sus hoyuelos, sus risas, su tatuaje y su frescura.
Me fascina la luz que parpadea intermitente en sus ojos, esos que dicen todo incluso lo que ella no quiere que se sepa. Y puede ser en un vídeo, en una imagen o en una vídeo-conferencia pero ellos me cuentan, me gritan su verdad. Debo admitir en esta parte, que me gusta que ellos me reconozcan, que sepan que en mi pueden confiar, que yo los sabre leer y entender. 
Aquello hace que al escribir deje pistas de que pienso en ella, en su alma, en sus heridas, en sus ojos, en lo que calla y en lo que cuenta. Y me importa todo, su día a día, sus peleas, sus agonías y sus alegrías. Y me gusta ser parte de esa calma que de a ratos puedo hacerle llegar, y me gusta saber qué come, con qué sueña, cómo le ha ido en la oficina.
Me gusta poder contarle mis cosas, poder hablarle casi como si fuera de mi mismo lugar. A veces ni me lo pienso le digo palabras que en mi país se usan siempre, y luego me siento feliz de poder explicárselas. Ya que eso hace que las charlas siempre sean largas, que haya preguntas de ambos lados y no importa si es algo tonto como qué es el mate, o si es algo más serio como por qué estas enojada o por qué estás a punto de llorar; lo importarte es hacerse notar en la vida de la una y de la otra.
Es escuchar alguna canción y pensar «quizás a ella le guste», y dársela con la intensión de que sepa que estuvo en mi pensamiento. Es sonreír al leer sus mensajes, es no saber explicar por qué estoy más radiante. Es entender mi locura a través de sus ojos, es mostraerle que entiendo la suya.
Es reflejarse una en la otra y no poder contestar a esa pregunta ¿qué vio en mí para estar apostando tanto?, pero saber que pase lo que pase eso no cambiara ni tantito. Es apreciar cada detalle, y atesorarlo como si siempre se tratase de un nuevo descubrimiento.
Es encontrar encantador y ameno hasta los silencios que parecen conjugarse cómodamente para que grabemos los diferentes rasgos de nuestros rostros y nuestras expresiones. Es sentirse tonto y sabio a la vez, caballero y princesa al mismo tiempo. Es abrazar la fuerza y la fragilidad, es codearse con la realidad y la fantasía. Es escribir como si la vida se te fuera en ello y recuperar el aliento en la misma tarea.
Es sentir su ausencia, por más mínima que sea, como un tormento y su vuelta como un gran regreso. Es darse siempre la bienvenida y disfrazar el miedo de perderla en un «cuídate». Es por eso y por más que le escribo esto, a ella y a quien quiera leerlo. Para que sepan que en la vida todo tiene su tiempo, y aunque el destino no sea amigo de los desvalidos a veces teje caminos por los que uno aprende a ver la luna y apreciarla más que al sol. Caminos que te hacen topar con violetas que encienden tu vida, con rosas que creías pedidas. Caminos que te devuelven la dicha, la paz y la armonía. Caminos que te inspiran y gritan «Ve por más, que aún estas viva». 
Esos caminos son los que a mí me gusta recorrer, son por los que me detengo a escribir esta crónica, son los que me mueven a contarles que hoy soy otra; porque mi camino se cruzó con el destino, porque alguien más apuesta por un tiempo compartido...

Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío)