domingo, 30 de agosto de 2009

Culturas americanas

El titulo es la mejor presentación sin embargo debo aclarar que hablo de aquellas culturas olvidadas, calladas hace tiempo por diversas razones, mutiladas sus creencias y sus dialectos.
Ya hace algún tiempo que nadie habla de ellos, ni siquiera los nombran, nadie los recuerda ni los conoce. Libros enteros que solo hablan de Incas, Mayas y Aztecas y dejan de lado a aquellas que por más pequeñas que hayan sido han hecho historia. Las hemos olvidado de forma colectiva e individual y lo peor es que no nos sentimos ni un poco responsables de estas amnesias y por ese motivo no movemos ni un dedo por hacerlas resurgir, por devolverles su presencia y su identidad; cuando en realidad tendría que ser nuestro deber hacerlas renacer, resucitar, resurgir o sobrevivir, pues aún hay en este bendito suelo americano descendientes de esas olvidadas tribus. Los fundadores de esas tribus hace años que se marcharon para no volver, que se marchitaron como hojas en otoño, y que se ahogaron sus voces porque de ellos se adueñó la autodestrucción, las guerras entre tribus y la llegada de los españoles.
Españoles que con su ímpetu de conquista borraron de nuestra historia su idioma, sus costumbres, sus creencias; que acallaron sus ideas y los obligaron a aceptar la cultura que ellos traían, cultura violenta y despótica que se escudo tras una evangelización que jamás llego a ser asimilada por esos hombres que hicieron lo posible por defender sus ideales, pero que no pudieron resistir y sucumbieron ante el poder de los invasores; no solo por las armas o mitos que giraban alrededor de ellos, sino también por las enfermedades que trajeron y para las que no estaban preparados; más los trabajos forzados (minas), a los que estuvieron obligados cuando fueron puestos al servicio de la corona española.
Sin embargo no todo se ha perdido, pues los españoles nos dejaron su idioma y con él podemos ser los portavoces de ese pasado poco conocido, podemos investigar, indagar y hacer que la amnesia se vuelva memoria y que ésta se haga conciencia, con la que podríamos devolverles la voz a esas tribus cercenadas y desaparecidas, que alguna vez fueron gloria, vida y esperanza, y que gozaron de un apogeo propio, de una prosperidad que se vio truncada por las desventuras del destino.
Está en nuestras manos atender este asunto y no dejar que sigan olvidadas sus huellas en esta tierra, sacarlas del cajón o baúl tapado por el polvo de los años y volver a darles vida para que puedan escribir también su parte de verdad, y nos den ese capitulo que nos falta y esas herramientas que hoy podríamos utilizar.
No dejemos por ningún motivo una laguna o vacío en nuestro rico pasado, hagamos hoy lo que nadie se ha atrevido, mira tú a ese hermano perdido, olvidado y dime si te quedarás con los brazos cruzados.

sábado, 29 de agosto de 2009

Amor de verano



A orillas del mar
te oí cantar.
La luna te alumbraba
mientras yo te admiraba.


Al terminar tu canción
te percataste de mí,
me diste; en un beso; una ilusión
y ya no pude olvidarme de ti.


El mar y la luna
testigos fueron de nuestro amor,
que en penumbras
se llevo de nosotros el dolor.


Nuestra sincera entrega,
quedo grabada en la arena,
pero lejos de borrarse
prefirió con el mar mezclarse.


Historia que será eterna,
 aunque de la mente desaparezca.
Amor de verano,
que ha valido cada centavo.


Te recordaré siempre,
a pesar de que el tiempo pase.
Nunca olvidaré tu canción y tu beso,
ya que sentido a todo le da eso.


Aunque el verano terminó,
y con él nuestro amor
nunca sentiré acabado
ese momento en el que fue feliz mi corazón.


Quédate tranquilo amor,
tu canción recordaré,
jamás me olvidaré de tu voz
y siempre volver a verte querré.


Cuídate y se feliz,
que también yo lo seré,
y prometo guardar siempre una sonrisa para ti,
por más que con otro esté.


Historia que no olvidaré.
Canción que recordaré.
Beso que en mi corazón guardaré.
Y alegría que jamás perderé.

 Alexiss Mocçia®



El enojo y la ira


¿Qué dispara nuestro enojo?, ¿Qué despierta nuestra ira?, ¿Hay algún motivo particular que se encargue de suscitar esto?. Seguro que si lo analizamos desde la ciencia encontraremos una explicación racional que nos aclare esta reacción química producida por nuestro sistema nervioso, que a un determinado estimulo da una determinada respuesta, (enojo, ira, agresividad, dolor, alegría, euforia). Más yo no busco que se me explique este complejo y asombroso proceso, lo que intento es analizar que situaciones o razones nos impulsan a reaccionar así y por qué hay personas que se controlan más que otras.
Imaginemos por un minuto que nos hemos levantado relajados y descansados, tensos no ya que si nos encontramos así es muy probable que hasta la más minima cosa que suceda logre ofuscarnos. Aclarado esto volvamos a nuestra virtual situación, nos levantamos relajados, desayunamos liviano; para no sentirnos pesados pues eso cambiaría nuestro humor y lo que estamos tratando de ver son las causas externas, las que no podemos manejar ni anticipar. Volviendo a lo anterior hemos decidido no mirar el noticiero y preferimos escuchar música que nos alegra. Después de esto salimos a la calle, listos para trabajar o estudiar, bastante contentos, (Una aclaración dejaremos de lado al que va a trabajar o a estudiar caminando y nos centraremos en los que van en transportes públicos o en sus autos, a los que se les puede presentar más complicaciones en su trayecto). Bien nos habíamos quedado en que salimos y nos dirigimos a nuestro auto, al colectivo o al subte. Ya en alguno de ellos nos encaminamos a nuestro destino. Los que vamos en auto podemos poner la radio y mantenemos la calma hasta que nos topamos con un desvío por reparaciones, que hace años que empezaron; los que vamos en colectivo nos ponemos a leer, a escuchar música o simplemente nos adormecemos un poco, pero la tranquilidad se empieza a quebrar cuando nos encontramos con manifestación en plena avenida y el colectivo debe desviarse; y los que utilizamos el subte podemos hacer lo mismo que en el colectivo, pero la cosa se complica cuando anuncian demoras y ni se puede respirar por toda la gente que se encuentra en el vagón, se aplica lo mismo a los que utilizan el tren. Pero aún así en estas situaciones, que en nuestro tiempo se han vuelto cotidianas, logramos mantenernos calmados y llegamos a destino. Ya en el trabajo o en el lugar de estudio nos enteramos que lo ascensores no andan y las escaleras delante de nosotros se agigantan. Subimos como podemos, pero manteniendo la calma o lo que va quedando de ella, pues todo tiene un límite, somos humanos, eso esta más que claro.
Volviendo al tema que nos concierne, respiramos hondo y comenzamos nuestro día laboral o de estudio. Adentrándonos en la mañana, tarde o noche, dependiendo de nuestro horario, nos encargan una tarea difícil, compleja e individual que se debe de entregar al terminar la jornada. Empezamos a hacerlo resignados y con menos calma, al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que nos faltan materiales o elementos para acabar dicha tarea, por lo que nos dirigimos hacia donde podemos hallar lo que nos falta, pero nos topamos con que no pueden darnos lo que buscamos, pues ya fue solicitado por alguien más. Exigimos que nos den una rápida solución, algo alterados, sin embargo nos retiramos sin nada, solo con nuestra bronca y enojo, que termina por estallar, al terminar la jornada, cuando al querer comprar algo nos damos cuenta que en algún lado nos han dado un billete falso, que no notamos en ese momento y que llevamos a casa como un agrio recuerdo.
La situación que detalle anteriormente la vivimos muchos cotidianamente, demoras, contratiempos, intercambios de ideas en malos términos, embotellamiento, gritos, humo, calor, frío, lluvia, sol, viento o humedad. Factores externos que afectan nuestro ánimo y nos hacen reaccionar de una manera irracional y muy perjudicial para nuestra salud; aunque también lo es el quedarse con esas cosas en nuestro interior, ya que nos estaríamos autodestruyendo.
Un consejo es que al encontrarnos frente a un motivo o razón que nos perturba, debemos respirar hondo y tomar algo de distancia para que se nos aclare la mente y el panorama, para así poder relajarnos y calmarnos evitando enfermarnos.