viernes, 18 de marzo de 2011

Promotor de Fantasías (basado en el mito de Narciso)


El despertador sonó a las siete de la mañana, del que sería uno de esos días agitados, en la vida de un joven promotor de ventas de telefonía celular.
Desayunó apurado, dos tostadas con queso blanco, café sin azúcar y jugo de naranja.
Ya duchado y perfumado, vestido de traje, saco y corbata, impecable, se irguió frente a la puerta del ascensor. Con su sonrisa blanca y maletín en mano, mirándose en el espejo del ascensor, dio los últimos retoques a su pelo rizado.
Había una adolescente, que lo miraba de reojo todas las mañanas, al salir del edificio, y era, ante sus ojos, único entre los demás.
Su mirada seductora se pondría en acción una vez más, dejando en su camino, los suspiros de las muchachas que lo verían pasar.
Así llegó a su puesto de trabajo, irradiando personalidad, segura su voz y su andar, allí estaría durante ocho largas horas, destellando simpatía y fugaces fantasías para quien gustara acercarse a preguntar por el producto de línea más popular.
Luego llegó la hora de volver a casa, risas con los compañeros, participando de las bromas y los chismes con total frivolidad. Llegó a la misma hora, a las nueve, sin dejar de pasar, antes, por el gimnasio, para que cada músculo y cada gesto no deje de estar en su lugar.
De regreso en el elevador, el espejo le devolvió su imagen de galán, una ducha rápida, una comida Light, un agua mineral y a descansar.
Mañana sería otro día, donde el show volvería a comenzar. Un casting de publicidad lo esperaría, y que quizás llevaría su belleza a la inmortalidad.
La joven niña que día tras día lo miraba enamorada, solo recibía una esquiva mirada, que pasaba y se iba.
Pero esa otra mañana no sería igual a las demás, pues tres individuos irrumpieron violentamente en el local, exigiendo la recaudación. Encerraron a las dos empleadas en el baño, y ataron a él y a su compañero, de pies y manos.
Al no encontrar dinero suficiente, se llevaron los equipos de telefonía y no conforme con ello prendieron fuego el lugar.
Tras el momento de desesperación y miedo, con la llegada de los paramédicos, la policía y los bomberos, los pudieron liberar.
Las llamas que comenzaron en el box de este joven Adonis, afectaron su rostro, que jamás volvió a recuperar. A partir de aquí evitó los espejos, y aquella joven enamorada jamás lo volvió a mirar.
Él se ha sentido muerto en vida, desde ese día, al ser ignorado por los demás.
FIN
 Alexiss Mocçia®