jueves, 17 de abril de 2014

Reflexiones en tiempo de Pascuas


Si no te impongo mi creencia, si no te persigo con la biblia. Si mi fe la trato de predicar en mi día a día. Sí logro separar lo que es mi credo de lo que es laico. Si no te juzgo por no creer en lo que creo. Sí mi fe la practico para adentro, si es algo que tengo en mi corazón y no hago bandera de eso. Por qué te tomas la molestia o la tarea de demostrarme que me he equivocado de camino, por qué eres tú el que me juzga. Quién te dijo que eres el que debe abrirme los ojos hacia lo que crees es lo correcto, quién te dijo que no sé pensar por mi misma, quién te dijo que tengo cerrado los ojos a la verdad o que vivo en la fantasía. Acaso me minimizas solo porque creo en algo que no puedes ver, que no puedes tocar, que no puedes comprender con la razón. Acaso estoy manchada por los errores de la «Iglesia», pues déjame decirte que esa «Iglesia» no me define pues en lo que creo no es en un dogma sino en una entidad que me enciende el espíritu, reconforta mi alma y me recuerda las enseñanzas de un grupo de personas que antaño pensaron en grande. Profetas, Discípulos y Jesús esos son mis guías y aunque estoy lejos de ser como ellos trato de acercarme a sus enseñanzas como lo hicieron Francisco, Clara, Pío, Juana Inez de la Cruz, Teresa de Calcuta, Lutero y los anónimos en tiempos romanos antes de su legalización y oficialización.  Antes de señalarme con el dedo por mis creencias piensa que mi pascua le sigue a otra pascua y mi creencia desciende de otras creencias. La católica no es la única religión y la fe no es solo cristiana. Hay otros cultos y religiones y miles de formas de fe cómo la tuya en la ciencia, en la política o en el cambio. Así que no nos juzguemos ni tratemos de convencernos de nada y solo miremos hacia adelante construyendo juntos un mundo mejor sobre las bases de la tolerancia, el respeto y la compasión.