viernes, 30 de enero de 2015

Mi luna norteña:


Cada mañana la aurora te despierta con el canto de los pájaros, mientras el viento te acaricia con su brisa cuando abres la ventana de tu cuarto.
Las flores que adornan tu entrada se alegran de tu presencia soñadora y te bañan con su aroma mientras te preparas para desayunar.
Con mate cocido y unas tostadas en mano te sientes lista para emprender tu día con ganas.
Sales para el trabajo sin percatarte de los suspiros que cosechas con cada paso. Vas inmersa en tu mundo de ideas, pensando que el amor te espera en la una esquina o que quizás pasó de largo sin que pudieras alcanzarlo.
Te desempeñas con esmero y habilidad a pesar de que no te gustas el trabajo en el que estás. Pero eres apasionada en todo lo que te propones y no puedes con el disgusto de no haberlo dado todo.
En tus relaciones eres igual y a pesar de que por estas fechas cuentas más lagrimas que sonrisas. Nadie puede negar que no hayas entregado todo lo que eres cada vez que el amor toco tu puerta.  
Aunque muchos no se percataron de tu valiosa naturaleza y te perdieron por cobardes, inútiles o vuelta del destino. Déjame decirte que tu potencial solo espera por ese ser que sepa ver más allá de un juego, un desliz, un tentempié.

Eres ese tesoro que solo espera ser descubierto, esa hermosura que inspira arte, esa amiga que más de uno quisiera de amante. Y sin duda eres la luna norteña que miro y admiro desde Buenos Aires.
Alexiss Mocçia®





martes, 27 de enero de 2015

¿Que me queda para ti?



Me enamoré de una rosa siendo ruiseñor y morí cantando entre sus espinas. Me enamoré del sol siendo Ícaro y caí al mar encandilado cuando las cera de mis alas se derritieron. 

Me enamoré de una araña siendo mosca y terminé en sus entrañas. Me enamoré de un biólogo siendo mariposa y terminé como parte de su colección de tesoros en vitrinas llenas de polvo. 

Me enamoré de la luna siendo poeta y terminé perdida en el mar condicionándome con su espuma. Qué me quedara para ofrecerte ahora que me he enamorado de tu sonrisa, de tus ojos canela, de tu piel vainilla y de tu negro pelo. 

Qué me quedara ahora para ofrecerte, si todo lo he dado por pasajeras hermosuras. Qué me quedara para ofrecerte ahora que sé que amores como el nuestro no tienen fronteras, no saben de horas y se alimentan de caricias, de besos y verdades. 

Qué puedo ofrecerte ahora que mi alma esta abarrotada de inviernos, de muertes, de ayeres, de amores que me mataron antes de nacer. Y ahí en un beso me das tu respuesta, «no me des nada, no me des todo solo una mirada con la promesa de que lo vamos a intentar»....

Alexiss Mocçia®


(El crédito de la imagen no es mío)


viernes, 23 de enero de 2015

La lluvia me pone un tanto melancólica:



La lluvia me pone melancólica, con una de esas melancolías que saben a tierra lejana y promesa incumplida. Miro el caer incesante de las gotas y veo retazos de vidas rotas. No solo la mía sino también la tuya, la de él, la de aquel. Y entonces pienso que quizás todo es sueño, y al despertar uno verá que la angustia no era tal, que dolor no sabe tan mal y que el amor pude estar como que no.

Tomo entre mis manos la taza de café y antes de sorber, me pierdo en su aroma a cafetales tropicales, a azúcar y a ese chorrito de leche con que lo corto para pensar en ti. Y es que sabes que yo soy de capuchino italiano mientras que a ti te gusta el cortado, ese que acompañas con un cigarrillo en la mano.

Tonto que recuerde aquel detalle tuyo y de vez en cuando lo adopte como mío, cuando ya me he olvidado que llevabas en nuestra primera cita. Sé que era invierno, iba presurosa y con mucho abrigo. Sé que fue en un bar en el que te gustaba, de vez en cuando, pasar para escuchar un tango o una anécdota viajera.

Sé que me sonreíste al verme llegar, que me llamaste «Tu rosa impuntual», que reí ante ese tonto comentario, que pedí mi infaltable capuchino, del que me queje porque fuera tan chico, y que no faltó ni tu cortado ni tu cigarro.

Pero no puedo recordar tu ropa, es como si siempre te viera sin ella, como que mi mente guarda el recuerdo de tu cuerpo desnudo para recordarme que recorrerlo con mis manos era mi pasatiempo preferido.

No, es inútil que me esfuerce por recordar tus pantalones, tus camisas y tus sacos. A lo sumo recuerdo algún zapato que por haber vivido algún tiempo en Japón, te quitabas al entrar en casa y dejabas en el palier.

Me parecía una manía extraña, pero que se amoldaba muy bien con tus otras extrañezas. Aquellas que te hacían tan único, tan tuyo y no permitían que pasaras desapercibido a ningún lugar que fueras.

Todavía recuerdo como en cada lugar al que entrabas, no había mirada que no captaras. Algunas eran en plan seductor, otras eran en plan amistad, muchas de admiración y otras tantas de envidia. A esas últimas les respondías con una sonrisa arrogante, casi maliciosa con la que decías «Sé que aunque lo intentaras, jamás podrías igualarme y mucho menos superarme».

Sí, ahora entre el tercer sorbo de café, recuerdo que eras un poco narcisista. Te gustaba que te mirasen, que elogiasen tu trabajo y de paso te felicitaran por la persona que caminaba a tu lado.

Era raro que eso pasase cuando salías conmigo. Yo soy de esas bellas simples, como los primeros intentos de arte del principio del tiempo. Esas vasijas etruscas, de cuerpo ancho, nariz puntiaguda y ojos intensos.

Sí, mi mirada toda es intensa, porque mis ojos guardan el color de la tierra húmeda. Soy mezcla de chocolate y café, y no solo en mis ojos sino también en mi forma de ser.

Soy dulce, soy fuerte, puedo ser cálida, puedo ser fría. Te empalago o te amargo según el día, según mi animo. Pero siempre degustaras de una aventura cuando tu boca se junte con la mía.

Creo que ese fue el encanto que viste en mí, la primera tarde de Abril, aunque fue en Julio en el que me propusiste salir. Y sé que te alegraba que mi belleza solo la pudieras entender tú, pues disfrutabas respondiendo con frases hechas, refranes varios e historias con moralejas; «¿Qué fue lo que te atrapó de ella?».

Me hacías reí en ese tiempo, respondiendo esa pregunta. También me sentía especial; porque para alguien que siempre se sintió simple que alaben su belleza haciéndola sentir un tesoro, como cuando pintabas mis cualidades, pues es tocar el cielo con la manos.

Pero lo bueno siempre acaba, y no te reprocho nada, después de todo fui yo quien dijo «Basta, hasta aquí llegamos». No, es solo que ya sabes los días de lluvia me ponen melancólica, con una de esas melancolías que saben a tierra lejana y promesa incumplida.

Alexiss Mocçia® 


(El crédito de la imagen no es mío)

jueves, 22 de enero de 2015

Invisible



Invisible, tan solo un ser invisible eso era yo para el mundo. Alguien con ternura, calidez y mirada expresiva venida en un envase nada atractivo. La dicha y el amor eran visitantes fugaces que golpeaban mi puerta solo para avisarme que estaba viva y eran real mi carne, mis huesos y estas lagrimas que mojan el papel en el que escribo. Siempre inventando soles para aquellas personas que me importaban a pesar de que ellos no lo pedían ni de mí lo deseaban. Pintando arcoiris en esos cielos empapados de lluvias pasadas, regalando una sonrisa a quien por mi vereda pasaba. Colgando renovadas ilusiones para él, para aquel y para ti. Pero nunca fue suficiente para que alguien hiciese lo mismo por mí, el placer de que alguien se juegue por uno aún no lo conocí. Quizás sea ese el motor de un escritor, recoger fracasos y en cuentos convertirlos. Inmortalizar personas que tan solo brillaron en nuestra vera una vez, poniendo en una poesía aquello que te mueres por gritar pero nunca lo harás.
No saben las veces que me dormí abrazada a la almohada con la esperanza estrujada y preguntándome si allá fuera alguien se siente igual, si alguien necesita un ser como yo para que supere su fragilidad y se anime a brillar. En ciertas noches escribí en la estela del viento algunos «te quiero» para que le llegue a aquellos que se encuentran lejos y necesitan de un abrazo, de un beso. Y prometí que llegado el momento a quien ame de verdad se lo diría en francés, en italiano o en alemán.
Je t'aime, Ti amo, Ich liebe dich, frases que sé no he de decir porque me faltarás tú, conjugando conmigo el verbo amar.
Adiós pequeño ruiseñor, adiós hermosa golondrina espero que en su camino ambos cosechen dicha. No importa el que yo me quedé aquí tan solo les pido que en algún momento recuerden aquel ser invisible que les enseño a sonreír, que borró las tristezas y les cosió bien las alas.
No hay nada que reprochar porque yo los amé en su libertad, pretender cambiarlos nunca fue mi métier y no hay cabida para una queja en esta declaración. Solo busco darle una voz cantante a un ser que ha sido invisible desde el momento de nacer.
No estuve en los planes y parece que sigue siendo así, solo Dios sabe cuál es mi misión. Y quizás ahora lo sepa mi madre allá dónde sea que esté.
Por eso esta noche mirando hacia el mar me pongo a pensar que distinto sería todo si hubiese levantado la voz tiempo atrás, si hubiese gritado de dolor en vez de tragarme lo que sentía y comerme lo que no debía. Aún recuerdo las veces que la heladera fue testigo de mi tristeza y la grasa mi armadura contra las ausencias.
Y hoy no se culpa a nadie más que a mi propia inmadurez, esa niña que aún no se cura y que de vez en cuando llora de noche es una mujer que duda y tiembla cada vez que empieza a querer.
Y a pesar que ha dicho mil veces que se cerraría a los sentimientos, no puede con su alma sensible que grita desde adentro pidiendo pista para dejar aterrizar caricias, que serán llantos, y besos que pronto sabrán amargos. Palabras que se llevará el viento un domingo de madrugada, mientras un capuchino y una pluma adormecen la idea loca de darle a su vida un punto final...

Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío)

martes, 20 de enero de 2015

¿Existe el ave fénix?



Sí me preguntaran ¿Existe el fénix?, les respondería que sí. Aunque no es algo que puedas ver volando por ahí, pues no hablo de ese ave majestuosa que nos pintó la mitología. No, me refiero a los seres humanos que saben resurgir de sus propias cenizas. Que vuelven a edificar desde las ruinas, que se reinventan con cada caída. 

Esos que conocen que el mal no dura cien años, a los que sus maletas llenas de derrotas les anuncia que la victoria esta cerca, y que comprende que tras la tormenta sobreviene la calma. Esos que no bajan los brazos ante nada ni ante nadie, esos que aprendieron a levantar la voz cuando todo calla y esos que inventan risas en donde solo hay llantos. 

Aquellos que como Almafuerte aprendieron a no darse por vencidos ni aún vencidos, y cada batalla para ellos es un desafío. Los veras en cada nueva situación siendo más fuertes, más creativos y más predispuestos a triunfar. Ellos sabrán inspirar valor, amistad, entrega y amor a todos los que se detengan a compartir con ellos aunque sea una anécdota en mates envuelta. 

Por ellos es que digo que existe el fénix, como esencia, como guía, como ese camino que se emprende cada día. Y por ellos es que pido que te fijes en los tuyos, pues podrías tener un ser fantástico junto a ti o en la distancia. 

Un amigo o quien te ama, quien te tiende la mano o por un mal rato te manda al carajo, podría guardar un fénix en su interior y una lucha que debe enfrentar en soledad o en compañía depende el caso y el grado de agonía. Incluso podría tratarse de ti, que te topaste con esto sin querer.

Así que por ti, por ellos, por aquello y un poco por mi, les digo: «Abran sus alas que es tiempo de volar», «Surjan de las cenizas con ganas», «Sean ustedes mismo sin pensar en el mañana», «Sean libres, sean felices, sean siempre fénix».

Nunca dejen de recrearse, levantarse, sacudirse el polvo y volver a arriesgarse. La mejor luz, es la que surge en la noche más cerrada y el gran tesoro de la vida es igual a aquella «flor que nace en la adversidad», la más hermosa de todas porque conoció la oscuridad.

Alexiss Mocçia®





Mira bajo tu almohada



Una rosa blanca dejaré bajo tu almohada, no creo en las rojas porque parecen manchadas con sangre. Tampoco en los ramos porque parecen pedir perdón por algún error cometido en el pasado, en el presente o algo que pueda pasar en el futuro. No, soy más de una sola flor, una que diga que pienso en ti. Que eres lo que me motiva a seguir, el impulso favorito que pone a prueba mi sentir. Hoy será una rosa blanca, mañana puede ser un narciso y pasado mañana pensamiento o no me olvides, pero siempre tendrás una flor bajo tu almohada. Por lo menos mientras seas, mi adorada amada.




Alexiss Mocçia®

jueves, 15 de enero de 2015

El reloj de pared



El azúcar se disolvía en mi taza de té y las horas se sucedían en el reloj de pared que descansa en la cocina. Esa cocina que nos vio tantas veces abrazas y enamoradas. Hoy las paredes se ríen ante lo ingenua que he sido y me dicen «no tendrías que haber entregado tanto, hoy no te queda nada». Pero ellas se equivocan, como te equivocas tú al decir que sin tu amor no podría seguir. Se equivocan ellos que me señalan como una enamorada empedernida que no sabe distinguir la realidad de la fantasía. 

Y aquello es porque cuando te fuiste, y yo estaba llorando mares y destapando botellas con las que ahogar el dolor y matar esas palabras que jamás me atreveré a decir. Alguien levantó la tapa de mi misma y me dijo «no eres el premio consuelo de  nadie, no eres la segunda opción». «Eres única, eres un secreto bien guardado que merece ser develado, eres ese tesoro que solo unos pocos entienden». 

Ese alguien me levantó del suelo, besó mis miedos, acogió mis sueños. Me mostró que el tiempo no se terminaba aún, que había mucho por descubrir. Me animó a vivir, a navegar mar adentro, a aventurarme más allá de lo conocido. Tomó mis manos y las entrelazó con las suyas, reparó mis alas y conmigo a volar por el cielo se arriesgó. Hoy es el tesoro más grande que yo podría haber hallado, hoy es la fuerza que me impulsa a seguir, que me ayuda a crecer, que me dice que no hay nada que temer.

Y si te recordé es solo por el viejo reloj de pared y por lo aburrida que estaba mientras preparaba el café para esa persona especial que entra en la cocina, me abraza por la cintura y deposita un beso en mi cuello mientras susurra: «Buen día princesa, me desperté extrañándote». Y es su frase preferida cuando me levanto antes que ella, cuando me olvido de escribirle una nota y dejarla en mi lado del colchón. Pero yo ya tengo mi disculpa, una rosa blanca en una bandeja junto a su café y a ese tostado con queso que le encanta disfrutar en las mañanas. 

Asimismo ella siempre me desarma con un «Tú eres mi flor favorita, y no disfruto más que el estar contigo». Ahí es cuando su café y mi té pierden importancia y una lluvia de besos y caricias cambian la historia escrita en la pared y el reloj de la cocina ya sabe que las cosas ahora son completa y afortunadamente distintas...  

Alexiss Mocçia
     
(El crédito de la imagen no es mío)


                                                                      


viernes, 9 de enero de 2015

Un juego más:



Cabellos sedosos
que se deslizan entre mis dedos.
Boca impetuosa
que sabe manejar las pausas.


Manos inquietas
que quieren de mi cuerpo aprender todas sus grietas.
Ojos vivaces
que anticipan tus movimientos audaces.


Y cuando parece que vamos a acabar
todo vuelve a empezar
pero en esta ocasión
soy yo quien marca el ritmo de la pasión.


Te recorro el cuerpo primero con los ojos,
recreándome en él a mí antojo.
Saboreo anticipadamente la esencia de tus besos,
y comienzo a jugar con mis dedos.


Me maravillo con la reacción de tu cuerpo
y se agiganta lo que por ti siento.
Dilato aún el momento de hacerme con tu ser
para ver cómo te retuerces por efecto del placer.


Sabiendo que pronto te vas a enfadar
me dispongo a finalizar el juego
que acabamos de empezar
sabiendo de antemano que me has de pedir más.

Alexiss Mocçia®



sábado, 3 de enero de 2015

En secreto te he de amar:



El cielo pintó tu pelo,
y la tierra se durmió en tus ojos.
Mis besos se adueñaron de tus labios,
mientras vos te hacías con mi corazón.


Volví a pedirle deseos a las estrellas
y comencé a pensar que tienen cura mis heridas.
Pocas palabras nos concedemos desde hace unos días
pero es suficiente para que me invada la alegría.


Quizás sea una osadía
pero me gustaría tenerte en mi vida.
Me encantaría invitarte un café
y susurrarte al oído algo en francés.


Perderme en alguna calle contigo
y que la lluvia nos sorprenda en un abrazo compartido.
Besarte y saber que aún nos faltan cosas por aprender.
Mirarte y comprender que no hay nada como nuestro querer.


Dedicarte mis escritos,
inventarte mil versos,
compartir momentos,
cobijar tus sueños.


Ser causante de tus risas
y el pañuelo de tus llantos.
Intentar ser yo misma
sin miedo al fracaso.


Aguantarte la mirada
 sólo para hacerte enojar
y traerte luego la calma,
con mi forma de besar.


Estas son las cosas que quiero
y por las que he esperado años enteros.
Pero algo me dice que tarde he llegado,
a la cita con tu amor.


Y aunque quiera cambiar mi suerte no existe ni la más mínima posibilidad
de que te des cuenta de mi mirar
y por mí te quieras jugar.
Por eso sólo en secreto te he de amar.
Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío, la edición sí)