viernes, 4 de diciembre de 2009

Ensoñación de amor


Prisionera soy de mi imaginación y también soy esclava de mi idealización. Desde muy pequeña todo lo dramaticé y lo exageré. Mi vida encaré como una obra de teatro donde un actor se arma un personaje y se inventa una realidad. Y por más que sé cual es la realidad y la fantasía y logro diferenciarlas no puedo evitar sentirme mejor en mi esfera de cristal, «en mi mundo» como dicen algunos. Seguro que por eso lo que mejor me sale es escribir. Las palabras surgen de mí como un torrente incansable y llego a hasta poder expresar mis emociones y sentimientos por medio de la palabra escrita. Es más en cada uno de mis cuentos se puede apreciar mis miedos, mis sentimientos, mis deseos, mis sueños, mis cosmovisiones y mis idealizaciones. Son estas últimas la que más problemas me han traído pues me han hecho creer en grandes imposibles que me han entristecido, ya que no he podido en este caso separar fantasía de realidad. No me pasa seguido pero cuando me gusta alguien me ciego a la verdad. Dejo que mi idea idílica del amor, que supongo se debe a que todavía no tuve novio y no sé cómo es estar en pareja, domine mi mente y mi corazón manejando a su antojo mis pensamientos, mis sentimientos, mis acciones y mis reacciones. Cuando esto sucede lastimada salgo yo pues siempre una burbuja, (por no decir un mundo), se rompe y la verdad que siempre aflora me da la cara contra la pared. Y esto me pasó no hace mucho. Conocí un chico, entable una amistad con él, y de un momento a otro empecé a interesarme por él más allá de nuestra amistad y con esto mi imaginación se hizo un festín. Me inspiró un cuento y lo idealicé a partir de ese momento. Todo en él me parecía perfecto incluso sus defectos. Me reía de sus chistes, lo escuchaba, lo apoyaba y lo ayudaba en lo que necesitara. Al lado suyo me sentía bien, segura, protegida y feliz hasta podría arriesgar que me sentía extrañamente completa. Y cuando pensaba en él, o hablaba de él con mis amigas, parecía una frágil niña o una tonta enamorada. Me sonrojaba, me ponía nerviosa y no sabía como explicarme.
Pero todo cambio el día que él apareció con novia. Mi globo se pinchó y mi sueño se derrumbó y con él todas las expectativas y esperanzas que tenía. Ahora todo de él me cae mal, no lo quiero ni ver. No puedo reírme con él ni tampoco escucharlo; a veces hasta quiero evitarlo. En otras palabras ya no lo banco. Podría decir que me enoja, me molesta, me irrita y que lo odio. Indudablemente todo lo que ayer consideraba perfecto hoy me parece incompleto, imperfecto, insoportable incluso hasta sus mejores cualidades. Es evidente que debería estar enojada conmigo por haber caído en una ensoñación de amor, y no con él ni con su novia cuando nada ellos hicieron más que seguir su corazón. Pero al salir de esto herida, humillada y haber quedado como una tonta al creer que, entre él y yo, algo más que una amistad podía pasar; echarle la culpa y eludir mi responsabilidad reaccionando de manera negativa, pero no evidente, hacia su persona parecía la mejor opción a seguir. Pues siempre es más fácil echar la pelota a un costado que hacerse cargo de una inmadurez o error.
Pero equivocarse es humano como también lo es el darse cuenta de ello y tratar de remediarlo. En este caso no le hice nada a él lo que debo remediar esta en mí, es decir arreglar lo que la ensoñación produjo. Mi trabajo se centrara en hacerle entender a mi corazón y a mi mente que lo que se esfumó solo han sido esperanzas, expectativas, sueños que jamás hubieran sido concretados. Y luego de esto olvidar todo, dar vuelta la pagina, seguir adelante con mi camino y buscar de una vez por todas una real y concreta relación.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario