lunes, 2 de marzo de 2009

El fenómeno Cibrian - Mahler, una oleada de emociones

Me complace hoy hablar de las obras del dúo Cibrian – Mahler. Pero antes de seguir les aclaro que el enfoque que daré no será muy objetivo, ya que hablaré desde mi sentir, no lo crea, sí lo lee, una verdad absoluta.
Bien volvamos al principio, como les contaba voy a desmenuzar las obras de Cibrian – Mahler según, lo que me hicieron sentir. En total fui a ver cuatro increíbles espectáculo de esta magistral dupla, por lo que me quiero referir, en detalle, a cada una.
El primero que vi fue “El Jorobado de París”, en el 2006, por ese entonces yo tenía diecisiete años, así que fue como descubrir otro mundo, no solo porque descubría, por vez primera, el género musical, sino porque empezaba a reconocer y codificar mis emociones. Fue toda una experiencia inolvidable y el inicio de un vicio más, pues me encanta el teatro, la música, la lectura, la pintura, escribo cuentos y poemas y a partir de allí también escucho, aprecio y miro Comedia Musical.
A este éxito le siguió otro, mucho más difundido y aplaudido, “Drácula”, en el 2007, con Juan Rodó y Daniel Vercelli, voces por demás preciosas, talentos indiscutibles que te transportan a todos los estados de ánimos posibles. El llanto, la risa, la adrenalina, la euforia, el enojo, el odio, la venganza, la compasión, la piedad, la pasión y el amor, todas estas emociones son producidas, en nuestro interior, por este majestuoso musical, al que solo me cabe agregar que la parte que más me gusto, por la carga emocional que descargó en mi, es en la que Nany, interpretada colosalmente por una de las voces, a mi criterio, más privilegiada, Adriana Rolla, canta “Madre tan solo una vez”.
En este musical se pudo apreciar a gente talentosisima como es el caso de Nacho Mintz, Florencia Benítez, Lorena Terranova, Yanina Fernández, Luis Blanco, Fernando Ursino, Gastón Avendaño, María Sol Montero, Pamela Tello, Víctor Manuel Caminos, Giselle Dufour, Mariano Clavero, entre otros.
Luego en 2008 llegó “El Fantasma de Canterville”, y a pesar de haber escuchado el CD, (del 2003), antes de ir a verlo, no puede evitar emocionarme con canciones como “Solo es un instante”, “Horrible es no amar” y “Bienvenidos al edén”, de una composición única, ya que poseen una perfecta combinación de música y letra, que te va llevando a emocionarte, a conmoverte y a soñar o imaginar todo ese mundo intangible, invisible, irreal, ideal, en definitiva un plano no terrenal que de algún modo todos intuimos.
Y por ultimo está “Otelo, el nuevo musical”, que llegó, para quedarse, este año, de la mano, nuevamente, de esta dupla y que con las actuaciones ejemplares de Daniel Vercelli, Juan Rodó, Lorena García Pacheco, Georgina Frere, Georgina Reynaldi, Sergio Caruso, Beto Cuello, Diego Duarte, Mercedes Benítez, y entre otros muchos te llenan de placer y gozo.
Aquí se reúnen talento, genio y brillo, volás, corres, caminas, por un montón de sentimientos, emociones y pensamientos. Se agolpan ideas en tu mente que luego desaparecen al llegar al final, pues todo es mucho más de lo que imaginas o esperas.
Vas del odio al amor, y del amor al odio sin cesar. Pasas por el rencor, la traición, el idilio, la adoración, el cariño mal entendido, la ambición, el deseo, la amistad, el amor, la dignidad y el honor en un santiamén.
Te quedas petrificado en la butaca, no queres perderte NADA, deseas abarcar con tus dos ojos toda la dimensión del escenario, te importa TODO, la música, la letra, la escenografía, el vestuario, el maquillaje, las luces, los gestos, las miradas, la coreografía, en resumen todo el contexto, y más.
Es por todo esto que el dúo Cibrian – Mahler es ya un fenómeno que te ha de garantizar una hermosa velada, en la que podrás disfrutar una grandiosa oleada de emociones.
En otro capitulo nos explayaremos más en cuanto a la obra “Otelo, el nuevo musical”, ya dejando de lado lo emocional o sentimental y enfocándonos más en lo técnico y lo artístico, llegando, sí se puede, a una breve demostración de las similitudes y diferencias con la obra original, creada por William Shakespeare.

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