lunes, 16 de agosto de 2010

Las Miradas




Hay algo común y corriente en las personas, que podría constituir un increíble fenómeno del cual pocos o ninguno se percata; “el poder de las miradas”.
Las miradas son en si mismas una gran eventualidad, pues expresan los más profundos sentimientos, emociones, deseos, inquietudes y hasta pensamientos. Reflejan lo que queremos ocultar, lo que en verdad queremos decir y hasta en algunos casos nos ayudan a explicar mejor lo que estamos diciendo.
Las miradas hacen mucho por nosotros, aunque a veces nos meten en problemas, pues son algo que no podemos controlar. Díganme si no es cierto que cuando estamos cerca de la persona que amamos o que no soportamos, nuestra mirada ha expresado enamoramiento o desagrado. Sé que a todos nos ha pasado alguna vez. Las miradas son espejos del alma, expresan lo que guardamos en el fondo de nuestro corazón. Las miradas no engañan, siempre dicen la verdad; no tratemos, entonces, de ignorarlas ni de querer controlarlas, dejemos que ellas nos guíen, que nos muestren lo que en verdad quieren decir las personas con las que nos relacionamos. Y sobre todo dejemos que nos ayuden a nosotros, por ejemplo cuando queremos declararle nuestro amor a una persona y no sabemos como hacerlo, que sea nuestra mirada la que lo haga.
Con todo esto que expuse quería demostrarles el poder que tienen las miradas, ellas valen más que mil palabras. Pueden expresar amor, repulsión, dolor, enojo, frustración, perdón, alegría, tristeza, felicidad, pasión, ternura, compasión. A ellas nada se les escapa, todo aquello que no podemos ver, toca u oler y mucho menos explicar con palabras, las miradas lo expresan, lo gritan, lo dice y lo explican sin ningún problema, sin ningún tapujo o conflicto, lo hacen de forma natural; así como si nada. Surgen y ya, todo lo dicen y nada lo callan.
Así que si tienen un momento deténganse y contemplen una mirada, aunque sea la de un niño o un bebé; y verán que se trata de un increíble fenómeno, de una singular eventualidad, de un pequeño y gran milagro, que merece distinción, respeto y un poco, bastante, de nuestra atolondrada atención.

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