sábado, 15 de septiembre de 2018

Árboles sombríos:




Árboles sombríos,
gobiernan los destinos
 y en un palacio perdido
la luna de nuestro amor fue testigo.

Me permitiste robar de tu boca mil y un besos,
y revisaste la letra de cada uno de mis versos.
Tejiste en la seda mil deseos,
con cada uno de tus gemidos.

Tendiste tu mano para aferrarte a mis dedos,
que se entrelazaron desafiando el tiempo.
Mas quiso el cruel hado,
que volviese a girar el dado.

Hoy que otro cuerpo habito,
no me siento yo mismo.
Falta ese delicioso abismo,
que me hacía sentir vivo.

Abismo de un cuerpo de dulce aroma,
que contrastaba con mi blanca arena.
Y es que la lengua puede hablar un nuevo idioma,
en una piel que recuerda a la azúcar morena.

De él bebía.
De él calor se desprendía.
En él me perdía.
En él vivía.

Y hago entidad de tu cuerpo,
llamándole un “él” sin reparo alguno,
porque no hubo en el mundo
algo más puro y tierno.

Y hoy sin ti,
se hace duro seguir.
Y busco en otras gentes,
los pedazos de mi ayer.

Y es que lo que me hiciste sentir,
no lo he vuelto a vivir.
Por más que llegaron a mi oído,
más de un gemido.

Nada es igual a lo vivido,
en aquel palacio perdido
donde la luna fue testigo
de un amor prohibido.
Alexiss Mocçia®

(El crédito de la imagen no es mío)

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