domingo, 24 de junio de 2018

Una flor en el ojal:



Labios rojos,
sombras oscuras en los ojos.
Algo de rubor en las mejillas,
y son las doce según las manecillas.

Sombrero fedora,
traje a la moda.
Tacones negros,
y una noche de ensueño.

Magia en la voz,
sangre de inmigrante.
Y ese infaltable ¡Che, vos!
cuando suena ese ritmo bailable.

En un tango,
mezcla de vals y candombe.
Es el lunfardo,
entre lo divino y lo mundano.

Es recordar al abuelo
con su guitarra.
Es sentir un grito de antaño,
que trae sabores de una lejana tierra.

Es volverse melodía.
Es ganarse la vida.
Es pasar de una milonga,
a La cumparsita.

Es nomás un tango.
Es un lamento menos.
Es ser criolla de nacimiento,
en una tierra de crisoles. 

Es llevar lo porteño en el alma
y aprender del sufrimiento,
mientras en el ojal
descansa, (de un naranjo), su flor.


Alexiss Mocçia® 


(El crédito de la imagen no es mío)

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