Si supiera dibujar te
retrataría cerca del mar, ese que fue testigo de nuestro primer besar. Pintaría
esas olas que se tiñeron de plata por los haces de luz de la luna. Evocaría esa
arena templada que aún conservaba el calor de la mañana. Dos gaviotas nocturnas
agregaría, solo por el capricho de que sean mensajeras de la felicidad
embriagadora que aquella vez nos invadía.
Quizás pienses que es
una tontería dado que mi métier es narrar historias y no pintar poesías. Pero
es que por una sonrisa tuya, manos a la obra metería, aunque lo que salga no
sea más que un monigote destartalado que nos haga estallar en risas.
Sabes de una parte
para aquí me he vuelto muy buena con el humor, quizás sea a causa del calor que
irradias. También me he sentido más segura, producto del valor que me regalas.
Cambiaste cada rincón
de mi estructura natural con una sola mirada. Se mezclaron dudas y certezas en
un juego de encrucijadas. Se enfrentaron
espejos con distintos reflejos de un mismo «yo». Ganó la partida un
corazón sin disfraz y un rostro sin antifaz, que me mostraron tal cual soy.
Libre de ataduras y
etiquetas. Libre de aquella hipocresía en la que pretendía edificar mi final
feliz. Libre de reproches que no me dejaban vivir. Libre de elegir lo que en
verdad deseo para mí.
Mi cuerpo creció
cuando por primera vez te sintió, y con él mi horizonte se extendió. Mis ojos
ven más allá de lo que señalan invisibles tules, y corren velos cuando se
duerme el sol.
La luz que nos baña
en la mañana sabe que anoche una hemos sido. No nos juzga, ya que eso no tiene
sentido, pues es el amor el que nos ha sorprendido.
«Distinto», «nuevo»,
palabras que adquieren real significado para mí. Comienzo a creer que antes me
encontraba dormida y que ha sido gracias a ti que he despertado.
Mis manos se sienten
fuertes para dar y mis piernas están firmes para saltar ese abismo que ayer me
daba miedo. Siento menos peso en mis espaldas y se me escapan más sinceras
carcajadas.
Quien dijo que «una
mirada vale más que mil palabras», sin dudas se encontró con una igual a la
tuya. Una que rompe esquemas, secuestra madrugadas y teje un sinfín de
aventuras. Esas que saben desnudarte el alma y anticipan cada jugada. Esas que
transmiten lo que la boca no se atreve a decir, y que te dejan tan vulnerable
que solo puedes tímidamente sonreír.
Por eso le agradezco
a Dios que te hayas cruzado en mi camino, enseñándome a ser yo con mis virtudes
y defectos; con mis simplezas y mis complejos. Con ese aire de emperador, pero
que como un niño guarda cierto temor. Con cierta dosis de genio que tiene su
propia voz, con ciertos toques de locura que saben en cada momento amargo
mitigar el dolor.
Un tanto
sobreprotectora cuando de mis cosas se trata, celosa de esas que se enojan y
fingen no dirigir la palabra; pero que con un té o una tonta ocurrencia puedes
hacer cambiar de parecer. Tierna y fiera, orgullosa y testaruda. Gentil y
elegante si me lo propongo. Romántica y sincera, tenaz y un tanto aventurera.
Tengo magia para
escribir historias y regalarte un final feliz, tengo manías que espero no te
hagan huir y deseos locos que se quieren hacer oír. También poseo algunos
sueños rotos y una vieja melodía para violín, junto con metas a lograr y ganas
de vivir.
Hay en mi algunos
demonios que no he sabido discernir y que solo esperan convivir con los que tú
no te animas a admitir. Y es que así hemos de ser, dos almas buscando renacer,
dos corazones libres dispuestos a perderse en el anochecer cuando todo se
adormece.
Y es entonces que
construyo puentes que unen fuentes de esencias transparentes que no se fijan en
envases ni en gentes. Se elevan sentimientos y se nublan los pensamientos,
cuando mi pluma sigue el deseo de mis dedos y recorren con letras cada rincón
de tu cuerpo.
Ya llegará el momento
de concretar nuevamente nuestro encuentro, de coronar realidades que se sentían
lejanas y que nos venían negando desde hace tiempo.
Y cuando me veas
llegar, contémplame un momento y deja que me recree en tu mirada, como la
primera vez que me tope contigo. Deja que sienta ese frío de verme desnuda aún
teniendo vestido. Quiero sentir que estoy viva antes de morir en tus brazos.
Quiero un instante de cordura antes de que gane la locura de tus labios. Quiero
desnudarte el alma antes de quitarte la ropa y recrearme tu imagen de piel
fresca, antes de que con mi pasión vaya a enrojecerla.
Y así en estos
instantes sé que eres la constante que mantiene en vilo mis pensamientos, que
se cuela en mis sueños, que aviva mañanas y las noches ilumina. Por eso es que
te amo un poco más cada día y no me da miedo decir que eres el amor de mi vida.
Alexiss Mocçia®
(El crédito de la imagen no es mío)