Soy esta que ves,
femenina y masculina
todo la vez.
Delicada en el sentir,
elegante en el vestir.
Ruda cuando se trata de
defender mi criterio, mi tradición,
mi familia, mi
educación
mi sueño y mi pasión.
La palabra justa,
la verdad incomoda,
salen de mi boca
según las provocan.
Tengo el paso firme
y la mirada ardiente.
Tengo un corazón que se
va quitando el disfraz,
y ante mi espejo
virtual me muestra sin antifaz.
Y luego se traslada a
lo real,
aquello que me daba
miedo confesar ayer.
Y descubro que siempre
quise saber,
lo que se siente el
verdadero querer.
Aquel que te hace el
alma arder,
que te deja sueños con
los que no sabes que hacer,
que despierta esa
pasión dormida
y tu mirada domina.
Y hoy he descubierto
todo eso en el mirar de una mujer,
en aquellos ojos en los
que se reflejó mi verdadero ser.
Allí me vi tan desnuda
como lo estuve al nacer,
y comprendí aquello que
todos llaman crecer.
Me sentí diferente.
Me sentí coherente.
Me sentí viva.
Me sentí más yo misma.
Quizás no era lo que se
esperaba de mí, pero tal vez estaba contemplado en mi destino.
Quizás siendo la de
ayer no hubiese seguido este camino,
pero no es algo que yo
haya elegido
sino más bien algo que
se ha topado conmigo.
Y aunque todo parece
teórico,
se siente más real que
el olvido.
Y aunque todo es tan
nuevo e inquietante,
parece que más osada me
encontrase.
Valentía que me invade.
Armonía que estremece.
Equilibrio que
adormece.
Y claridad que
fortalece.
Gira de nuevo un mundo
detenido.
Gira con renovado
propósito.
Gira en un sentido
distinto.
Gira con la fuerza de
un remolino.
Pero no me asusta lo
que depare el futuro
porque tengo un plan
seguro:
Disfrutar cada segundo
de mi «yo» real,
que esconderse ya no quiere.
Alexiss
Mocçia®
(El crédito de la imagen no es mío)
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