jueves, 19 de noviembre de 2015

Antes de dormir:


Sopla el viento
y me mece tu recuerdo
y en su aliento
reafirmo que te quiero


El sol; que nos alumbra;
disipa en nosotras la dudas.
Y la luna; que de noche nos visita;
saca mi parte lobuna y despierta tu parte felina.


Complemento es tu locura de bufón
de mi locura de Pierrot;
y convengamos que juntos nuestros nombres suenan mejor.


Ven acurrúcate en mi pecho,
olvidémonos del tiempo.
Deja que bese tus labios,
y permíteme cuidar tu sueño.

Alexiss Mocçia®
(El crédito de la imagen no es mío)

PD: Dedicado especialmente a mia Piú Bella, Ti amo molto.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Uno en dos:



La extrañaba tanto incluso aunque hubiesen dormido juntos hacía no más de un rato. Extrañaba provocarle sonrojos, sonrisas, berrinches, risas. Extrañaba su voz contándole coas serias, albures, bromas, trivialidades.
Extrañaba ver sus ojos cafés avellanados mirándolo y penetrando por el mar profundo de sus ojos marrón oscuro, llegándose hasta el alma donde tatuaba su nombre.
Se habían parado de la cama no hacía más que un rato y ya extrañaba su aroma, su calor y la respiración de ella sobre su pecho. Y extrañándola recordaba cómo no hacía mucho había sido uno.
Habían llegado  al éxtasis varias veces, había sido excitante, tierno, pasional todo al mismo tiempo.
Habían llenado la habitación de sudor y gemidos, incluso de alguna que otra puteada. Pero aún así ya extrañaba todo eso y por tal motivo la contemplaba vestirse como si de un sueño se tratase.
Se levantó también él y fue vistiéndose con lentitud, recordando como no hacía mucho esas prendas habían volado por acción de las manos inquietas de su amada.
Amada que intuye lo que anda rondando por la mentecita de su amor y le susurra.

—Lobito, no me voy pero tenemos que desayunar.

Él sonríe, se da vuelta y la besa. Se deja envolver por sus brazos el cuello y la toma de la cintura.
Con renuencia corta el beso y le responde.

—Lo sé panterita, pero siempre te he de extrañar porque sos mi mundo entero.

La que sonríe ahora es ella, lo vuelve a besar y concluye.


—Uno en dos siempre, mi amor. 


Alexiss Mocçia®  

(El crédito de la imagen no es mío)


sábado, 5 de septiembre de 2015

Almas que se intuyen:



Cada encuentro,
trae su propio cuento.
Y parece que México
no se halla tan lejos


Cada vez más me embeleso.
Cada vez más me enamoro.
Cada vez es más lo que siento.
Cada vez más se eleva mi deseo.


Deseo de reflejarme en el café de sus ojos.
Deseo de dormir acurrucada en su pecho.
Deseo de perderme en la inmensidad de su cuerpo.
Deseo de hacerme con el sabor de sus besos.


Besos que se vuelven ansiosos,
por acción de nuestros labios carnosos
que juegan a provocarse
y en su ida y vuelta mil emociones encienden.


Se encienden pasiones.
Se encienden sentimientos.
Se encienden ilusiones.
Se encienden pensamientos.


Y es la locura coherente
la que acorta la distancia
y hoy hace posible
que mi guerrera esté más cerca de Argentina.


Guerrera que de a ratos es princesa
y me vuelve a mí caballero.
Y en otros momentos es la roca
que sostiene mi firmamento.


Los miedos quizás abunden
pero su voz los ahuyenta.
Las emociones quizás se desborden
mas su nombre las encausa.


Porque para una mente loca retorcida,
siempre hay una mente loca soñadora.
Porque para dos soledades desveladas
siempre habrá noches de luna que acompañan.


Acompañan con música y conversaciones,
el hacerse el amor de mil formas.
Acompañan con caricias y confesiones
el extrañarse y sentirse a todas horas.


La Esperanza logra llegar a Alejandría
en cada hora y en cada día
cuando dos almas deciden ser una
desafiando lógicas y distancias.

Alexiss Mocçia® 


lunes, 17 de agosto de 2015

Lo que oculta el sol, lo devela la luna:


«De guerrera tengo la sangre», dijo una mirando su reflejo. «Reina soy y se hace lo que digo yo», expresó otra también viendo su reflejo.
La genética había puesto espada a una, corona a la otra y el destino las había puesto en el mismo camino.
Caballero defensor de la reina sería una, esclava de la mirada de ese caballero sería la otra.
Y aunque ésta última reina, soberana y poderosa había nacido daría su reino por conquistar el corazón de su caballero. Sin saber siquiera que una fémina igual que ella, se escondía detrás de esa radiante armadura.
Tiempo pasaron juntas sin sacarse las mascaras. Reina egocéntrica  y arrogante una, caballero testarudo y orgulloso la otra.
Hasta el día en que un baile de carnaval en el que todos buscan ser otra cosa, mostró la verdad de estas dos damiselas en apuros, atrapadas en roles dados por herencia de sangre.
En un giro la reina tomó la cintura de su caballero y al oído le susurró «De guerrera tienes la sangre ¿verdad?». La caballero dio esta vez el giro y tomando, ahora ella, la cintura de la reina murmuró «Reina eras y se hace lo que dices tú ¿cierto?».
«Soy más de lo que tus ojos han visto y tus oídos escuchado» respondió la reina. «Lo mismo su majestad», contestó la guerrera.
Viendo ambas por sí misma, en esta ocasión, no lo pensaron dos veces y desaparecieron en silencio del salón.
Cuentan que en palacio se amaron como una y como dos. Que la luna testigo fue de la pasión y de la ternura con la que hicieron suya a la una y a  la otra. Relatan que el sol enamorado de ellas dos, retrasó su aparición y dejó que la noche durara un poco más.
Dicen que los grillos no interrumpieron esa noche, que las estrellas alumbraron tenues como velas, y que en reemplazo de los grillos se escuchó un ruiseñor mezclado con los gemidos de las dos.
 Cuentan, y creo que exageran un poco, que fue la culminación de la utopía de Platón cuando el ser partido en dos vuelve a ser un todo de cuatro brazos, cuatro piernas, dos corazones hechos uno y dos mentes vibrando casi al unísono. Pero de esa forma sucede siempre entre los que se aman, sean hombre y mujer, hombre y hombre o como en este caso mujer y mujer.
El encontrarse, reconocerse y complementarse no es tan utópico como dice Platón. Es tan solo cuestión de ver con los ojos del corazón lo que se oculta bajo la luz del sol. 

Alexiss Mocçia®      


(El crédito de la imagen no es mío)

domingo, 16 de agosto de 2015

La rosa y el trovador:



El infinito se abre para él pues se ha enamorado otra vez. Trovador de esos que ves con el laúd a la espalda y los oyes silbar mientras por el camino van.
Saluda a todo los que se cruzan en su camino y sonríe con dulzura a los niños que corretean por ahí. Mohín infantil y mirada de alma viajera, son sus cartas de presentación.
Primero se enamoró de la idea del amor y ahora en esta oportunidad se ha enamorado de una dama tan fresca como la primera rosa que florece en primavera. Ella no es reina, pero lo parece por la riqueza que en su corazón yace.
Es simple, simpática y algo despistada. Hija del molinero, ayuda cada mañana a hacer el pan y lo vende en el pueblo.
Tiene mirada triste y cansada porque lloró la muerte de su primer amor, en esa tonta cruzada que no sirvió de nada.
 De a ratos canta un vieja canción que habla de amor, de guerra y de un adiós. Y es tonto pero para el trovador cada vez que la escucha sale el sol y cree percibir el aura de su rosa.
Se une así con su laúd a la melodía y entonces el amor hace su magia e incorpora gaitas al encuentro.
Las gaitas solo las escuchan los enamorados, cuando Eros decide entrelazar corazones. Hilos invisibles que se tejen entre la rosa y el trovador.
Y en el cielo sonríe el sol aquel caballero que en una cruzada perdió la vida y la oportunidad de hacer feliz a la hija del molinero.
Dicen que las lágrimas que él derramó antes de su último suspiro fueron la tinta con la que esta historia; entre rosa y trovador; fue escrita por Eros, un laúd y las gaitas del amor.

Alexiss Mocçia®    

(El crédito de la imagen no es mío)

martes, 28 de julio de 2015

Otra noche de ajedrez mental


La noche era oscura y sus fantasmas lo sabían.  Salieron de su escondite para mostrarles esas heridas que aún no habían cicatrizado. Le mostraron asuntos aún no olvidados. Les tiraron sus defectos en la cara mientras ella pasaba de la ira al llanto en tan sólo un paso.

Las paredes de su cuarto se hacían pequeñas y la iban atrapando en un cuarto oscuro donde no se oía nada más que la voz de los fastasmas.

Algún demonio también se coló;  ellos eran más benévolos;  le avisaban que iban a salir y le permitían si quería subir muros para protegerse.

Pero esa noche ella no quería más oír gritos; ruidos; ver imágenes pasadas; levantar muros. Es noche ella tan sólo quería un abrazo; un beso; una caricia.
Que alguien le dijese que sus fantasmas y demonios eran buenos para un escrito pero no para la vida misma. Alguien que le dijese 《todo esta bien; ven a dormir》.

Mas otra vez era otra noche donde ella y su lobito interior debían luchar con fantasmas y demonios.  Con sombras sin rostro; y rostros sin nombres. Cosas que ellos conocían bien; otra vez era tiempo de enfrentar la empatía;  la idotez; el dolor de la humanidad sobre sus hombros; sobre sus espaldas.

Otra noche de ser Atlas y no poder alzar la voz para decir 《basta; tan sólo soy una mujer común》. Sin embargo nada se podía hacer era otra vez una noche en donde su mente imponía la partida de ajedrez...


miércoles, 1 de julio de 2015

El señor de los ojos del fuego:



Su oscuridad era tanta que las sombras le temían más a él que él a ellas. Sus ojos tenía el color del fuego y por las calles caminaba taciturno perdido en sus pensamientos. Había perdido hacía tiempo su humanidad pero los recuerdos aún dolían en ese ennegrecido corazón. 

Para amar había nacido pero el infortunio a temprana edad había hecho su aparición, se llevaron pronto su sueño de ser padre y esposo, al irse su mujer dando a luz. El dolor lo volvió frío como el hielo, lo aisló de la gente y en gris comenzó a verlo todo.

Se fueron apagando sus ganas de sonreír, de hablar, de aprender. Se alejó del mar que era su segunda casa y empezó a caminar por las noches entre viejas callejas y callejones. Pronto la agresividad fue el motor que lo mantenía con vida pero lo hacía despreciable para los demás.

Se daba a los excesos en esas noches. Una fiesta en un bar de mala muerte, el olor a brandy y el botón abierto de su pantalón eran la clara evidencia de que había pasando su insomnio en la cama de alguna extraña, tratando de olvidar quién era en vida y quién faltaba en ella.

Noches que lamentaba al día siguiente, cuando el retrato de esa belleza de piel canela y ojos avellanas salía de su cartera. Lagrimas salían de sus ojos al darse cuenta lo desdichado que en verdad era.

De qué servía embestir a toda mujer que se le cruzaba si solo era un cascarón vacío, un envase sin corazón que nada sentía. Si su amor real ya no estaba con él. La única con la que había descubierto la belleza de hacer el amor, con la que aprendió el arte de la entrega, la mujer de su vida que le enseñó a re definir la poesía en la vida, en la cama, en el día a día.   

Sin su Cleopatra, como le gustaba llamarla, él era un emperador sin trono, un Marco Antonio sin el valor de dejarse morir. Un hazme reír del hombre que fue, del poeta, del escritor, del comerciante que hablaba de amor en cada uno de sus viajes.  

Por eso la noche era su compañera, las fiestas su faena, la agresividad su soplo de vida. Su instinto lo que le permitía vivir, un hombre que pronto fue mutando y se convirtió en lobo asechando por las calles de París. Un paria, algo parecido a un Pierrot que en el último minuto de su vida, aullando a la luna, pidió ser mujer en la otra vida para ser él quien diera luz, vida y su amor no tuviera otra vez que perecer. 

Sí, aún algo de su esencia soñadora quedaba y eso le hacía creer que volvería a ver a su belleza de piel canela y ojos avellana. Y otras vez se contarían los andares de una Cleopatra y un Marco Antonio. No los de Egipto y Roma, sino los de dos amantes que saben vencer los tiempos y la historia y reencontrarse en cada vuelta de reloj. 

Un reloj que no es el que llevas en la muñeca amigo lector, este es un reloj relativo que marca ciclos. Lo rige el Padre Tiempo, esta en el espacio infinito que muchos llaman universo, cielo, y espera por nuestras almas. 

Y al final de este relato les dejo mi conclusión: ¿Sería lindo vivir un amor así de total, con esa certeza de que lo seguirás encontrando una y otra vez?, ¿creen acaso que él pudo dar con ella en esta vida?, ¿se habrán reconocido?, ¿qué envases creen que ellos traerían si coincidieron en este siglo?...

Alexiss Mocçia® 

(El crédito de la imagen no es mío)