Suavemente voy cayendo en tu embrujo, sutil encanto que se ve
en tus ojos. Un movimiento de cadera y me tienes a tus pies, con que tan
simples pasos pierdo la cabeza y me vuelvo una fiera.
Eres tú la presa y yo el cazador, pero con el fuego en tu ser
logras a tu favor poner el juego. Mueves las piezas del ajedrez y tiendes la
red de seducción que me lleva a la perdición.
Dame la miel de tus labios, déjame beber la ambrosía de la
fuente de Diana, déjame recorrer tu mapa geográfico, déjame perderme entre tus
calles, déjame erigir mi puerto en tus valles.
Hagamos de esta noche una aventura, perdamos la cordura,
dejémonos llevar por la sabrosura. Pasos desbocados, besos apasionados, gritos
ahogados.
Se llena el silencio de una habitación y ya no importa quién es
el infiel. Arden pieles bajo el satén de unas sabanas desordenadas, y quién
sabe que depare el mañana cuando la noche es tan larga y cerrada.
Cazador y presa se entrelazan, en una danza que espanta. Se
confunde pies y cabezas, manos y lenguas. Se escurren el sudor, lágrimas de
amor y un néctar especial y esto no ha hecho más que comenzar.
Mañana las malas lenguas hablaran, con sus dedos señalaran...
que en aquel cuartucho de hotel brilló el mal. Que dos lirios decidieron la ley
romper, que la dama del rey fue infiel con el soldado que nació mujer...
Pero la noche aun sigue siendo nuestra y por eso me atrevo a
proponerte una danza nueva. Balancéame más, acércate más, enloquéceme más,
hazme olvidar la realidad. Quiéreme así entre lo tierno y lo rudo, entre lo
femenino y lo masculino, entre la tierra y el mar.
Quiéreme como no has querido a nadie más. Hazme tu rey y tu
peón, hazme tu reina y tu sirvienta. Sé mi salvación y mi destrucción, llévame
al cielo y al averno. Déjame que te llene de mí, déjame llenarme de ti.
Locas de deseo rompamos la alcoba, démosle de qué hablar a esas
malas lenguas que mañana nos señalaran.
Que llore el rey en su prisión de cristal, que sepa que su
mariposa aprendió a volar.
Y entre besos, mordidas y balanceos juremos que en otro tiempo
hemos de coincidir de nuevo. Y que en esa otra oportunidad no importara
en que cuerpos estarán nuestras almas, igualmente nos volveremos a elegir
siendo más valiente que en el ayer.
Así que princesa vuélveme a besar, a rozarme con tu swing, a
embriagarme con tu aroma, a incitar a mi fiera, a danzar con las estrellas.
Vamos que la noche aún no se termina y sigue siendo nuestra hasta que se atreva
salir el sol...
Alexiss Moçcia®
(El crédito de a imagen no es mío)