La realidad
se mezcla con la fantasía, cuando se trata de esa loca sintonía. Grita tu piel
y la mía que no se termine jamás esta sinfonía.
Son tus
suspiros y los míos los que sirven de hilo. Son tus jadeos y los míos los que
hablan del destino.
Es sentirte
mía y es sentirme tuya. Es perderme y encontrarme. Son tu alma y la mía que
parecen reconocerse de otra vida.
Es tu
historia y la mía, tan igual y tan distinta. Es la lejanía la que burlamos
todos los días. Es la geografía la ley que domina. Pero es tu caricia y la mía
la que rompen fronteras y acortan distancias.
Es único,
complejo y nuestro; tanto los «te quiero» como los «te amo». Es única, compleja
y nuestra la forma de sentirnos y de entregarnos.
Es
apostar a lo seguro y al riesgo. Es estar entre la euforia y el miedo. Es la
esperanza de que reviva Alejandría y que Alejandría aliente la esperanza.
Es pensar
una libertad de a dos, una felicidad de a dos. Es temer que esto se termine, o
que en un bonito sueño quede.
Pero niégame
que me queres, que te sentís mía y me sentís tuya. Niégame que te acostas
pensando en mí y te levantas nombrándome.
Niégame
que sentís que esta locura es coherente. Niégame que cuando no hablamos no te
tiembla el ser.
Niégame que
te estremeces al escuchar mi voz. Niégame que aunque ciegas las dos nos
sabremos reconocer.
Niégame que
tu alma y la mía están partidas en dos, y una parte la tengo yo y la otra la tenés
vos.
Ves no
podes negar que esto nos trasciende, nos aterra, nos envuelve y nos deja
perplejas. Ves ni vos ni yo podemos
negar que hoy nos amamos.
Ambas siendo
caballero y princesa a la vez. Ambas con la certeza de que hoy Alejandría le
pertenece a la Esperanza y la Esperanza a Alejandría.
(El crédito no es mío)