Veo de lejos,
una niña que
huye de los espejos
que esconde
secretos en su mirada
y de la que
nadie se percata.
Ella a todos
observa
y a todos
conoce.
Ella a nadie
de sí misma le habla
y al caer la
noche en la nada se diluye.
Le cuenta sus
penas a su almohada
y adora sentir
el viento rozar su cara.
Aún deja de su
corazón abierta una ventana,
pues desea ser
por su talento admirada.
Todavía no es
consciente
de la calidez que emana.
Y de ese
particular brillo que tiene
aún no se
percata.
Cree que para
muchos es invisible
y a veces se
siente un poco inservible.
Pero se olvida
que para algunos es importante y difícil de reemplazar
y de que es un
ser luz único y excepcional.
Yo tengo el
gusto de conocerla,
el privilegio
de tratarla,
la dicha de
quererla
y el inmenso
honor de «hermana» poder llamarla.
Alexiss Mocçia®
(El crédito de la imagen no es mío)
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