(El crédito de la imagen no es mío)
Saliendo de la ducha
me entrego a mi propia
lucha.
E imagino que tú ya lo
sabes,
pues me conoces más que
nadie.
Veo con desprecio el
cuerpo que en mi cama yace
y me preguntó por qué
fui tan tonta ayer.
Y otra vez te logro en
mi mente ver
diciéndome «Eso te pasa
por no saber perder».
Me acerco a la ventana,
esperando que el frío
viento traiga algo de calma.
Y me enojo porque tengo
que darte la razón,
me da miedo y pavor
perder el control.
Contigo lo pierdo todo;
y no queda más que miedo en mi saco roto.
Pero otra vez vuelve tu
voz diciendo «Revisa mejor»,
y caigo en cuenta que
lo que en realidad queda es amor.
Maldigo la forma que
tienes de moldearme a tu antojo.
Maldigo tus carnosos
labios que me dejan hecha un manojo.
Maldigo tus manos
experta que logran dejarme despierta.
Y maldigo ese «Te amo»
con el que, después de nuestra entrega, me arropas
Maldiciéndote me voy
vistiendo;
y recorriéndote con mis
dedos te pienso.
Entonces caigo en cuenta, que tú
eres mi cielo
y yo soy tu templo.
Corro o vuelo
a nuestro adorado
encuentro.
Corro o vuelo
con miedo a que te
hayas marchado.
Tomo temblorosa la
llave
de debajo del carmesí tapete.
Entro sigilosa a tu departamento
y te encuentro
contemplando, por el gran ventanal, las luces sobre el tejado.
Sentada sola,
allí en la penumbra,
te me presentas como
una sublime obra de arte
y tengo miedo de
romperte al abrazarte.
Pero las ganas pueden
más,
y te asalto por detrás.
Sé que sabes quién soy
y sonríes de par en par
por lo que no me
sorprende que nos estemos a punto de besar.
Beso que en mí dice
«Al fin regresé»,
y en ti narra
«Bienvenida a casa».
Y al girarte
completamente hacia mí susurras,
ese «Te amo» que arrulla.
Y esta vez yo respondo,
«También te amo» perdiéndome
en el brillo de tus ojos.
Alexiss Mocçia®