Suspiros
de la noche,
que
saben a puro reproche.
Me
señalan con cizaña,
Que
sin ti no soy nada.
Si
bien ha pasado bastante tiempo de nuestro adiós,
hoy,
más que nunca tu recuerdo se vuelve atroz.
Me
duelen nuestras últimas palabras,
y
por eso voy perdiendo la calma.
Se
presentan sueños
que
parecen pesadillas,
que
me traen el recuerdo, de tu último beso
sobre
mi mejilla.
Todo
esto pasa cuando manda mi subconsciente,
y
ya no hay lugar para mi mente inteligente.
Se
desvelan los sentimientos que de día duermen,
y
se desatan las pasiones que el sol adormece.
No
hay en la noche consuelo,
para
tanto revuelo.
Y
no queda más remedio,
que
admitir que aún te quiero.
Te
quiero,
porque
aún te presiento.
Y
te intuyo,
pues
aún te deseo.
Y
es así como evitar no puedo,
que
de noche,
yo
te sueñe, te bese
y
te ame de nuevo.