martes, 29 de diciembre de 2009
El mar
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Carta abierta para todos en estas fiestas
lunes, 21 de diciembre de 2009
En plena armonía
jueves, 10 de diciembre de 2009
Palabras
Todo el “mundo” puede hablar y escribir, pero pocos son los que se ponen a pensar en el poder que tienen las palabras, por ser ellas mismas, por constituir nuestro lenguaje y por el sentido que nosotros le damos al emitirlas o recibirlas.
Las palabras las usamos sin percatarnos de su verdadero significado y valor, no le pedimos permiso al lenguaje, directamente nos apropiamos de ellas y las utilizamos a nuestro antojo. Palabras que forman parte de un discurso, de una canción, de un cuento, de una poesía y porque no de una obra de teatro. Palabras que se usan bien y otras que se usan mal, insultos o piropos, elogios o descalificaciones. Palabras que buscan el encuentro y el acuerdo y otras que alientan el desencuentro y el desacuerdo. Palabras que apoyan la igualdad, la integración y la tolerancia; y otras que promulgan la desigualdad, la discriminación y la intolerancia, (tratados, treguas, capitulaciones, acuerdos, declaraciones, testimonios, confesiones), así es como usamos las palabras.
Palabras que a la larga se dilatan, palabras que pierden significado o adquieren otro. Palabras irrelevantes que se vuelven importantes. Y así se suceden las palabras, a veces parecen decir todo y de todo, y otras no dicen nada o suenan efímeras y/o sin fuerza.
Pero en todo el proceso nos olvidamos que ellas son valiosísimas por ser solo ellas, tienen poder en sí mismas, son parte del lenguaje y son necesarias desde que el hombre adquirió un lenguaje articulado. Lejos de la invención de la escritura, la palabra tomó cuerpo y se adueñó de las escenas de la vida cotidiana.
Y por más que hoy cambiemos sus significados, consultemos poco el diccionario, las utilicemos mal, ellas siguen siendo tan importantes como en el ayer, pues pasado, presente y futuro no existirían sin las palabras, ya que todo lo hermoso que se nos puede ocurrir como “rosa”, “beso”, “amor”, “felicidad”, no sería posible sin las palabras.
En definitiva ellas fueron, son, y serán las protagonistas de la historia. Orales o escritas, las palabras vienen y van y sus huellas, en cada paso, dejaran.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
El rencor y los celos
viernes, 4 de diciembre de 2009
Ensoñación de amor
miércoles, 11 de noviembre de 2009
¿Cómo hacerle entender a mi corazón?
lunes, 26 de octubre de 2009
El docente
Figura emblemática de nuestra sociedad, representante inmediato del acto educacional, es el que transmite un “saber” o conocimiento. Tan importante es que se asemeja a un medico, no quiero con esto decir que el alumno es un paciente que necesita asistencia, porque no sería apropiado, por más que se asemeje; sino que la educación, como expuse en un publicación anterior, es tan importante como la salud. Es inevitable por lo tanto que se le exija lo mismo o más que a un medico, ya que muchas veces no solo hace lo que le compete, en cuanto a su profesión, sino que debe oficiar además de padre, apoyo emocional, terapeuta, asistente social; sin contar con que la comunidad, (y no en pocas ocasiones el gobierno), le demanda entrega total, sacrificio, que no proteste, (si sus condiciones de trabajo no son las más aptas), que sea competente, profesional, ducho en su materia y que además siempre esté abierto al cambio, que no deje de actualizarse y perfeccionarse, que maneje y se apropie de los avances tecnológicos. Pareciera que el docente fuera, o quisieran que fuera, una persona con superpoderes, pero con el poder de autonegarse en beneficio del otro; podría decirse que un docente debe de ser un mártir.
Es cierto, (hay que reconocerlo), que hay docentes que no cumplen correctamente su trabajo, que siempre se andan quejando, que no se despegan del libro, que no hacen más que lo que establece el programa, que no les importa si los chicos entienden o no, siguen con los que comprenden y no se gastan en captar la atención de los que no los escuchan, ni en explicar a aquellos que no entendieron, tienden a generalizar y meten a los chicos en la misma bolsa: “aquel que no entendió es porque no presto atención”, “estaban en otra cosa por eso no comprendieron”, “ a todos los chicos no les interesa estudiar ni hacer el esfuerzo por aprender y entender”. Pero también es cierto que hay maestros y profesores que se preocupan por “sus chicos”, como ellos sienten a los alumnos que tienen a su cargo, que los incentivan a reflexionar, debatir, comprometerse, que siguen el programa como si fuera una guía de contenidos no como el contenido mismo, que si pierden el libro pueden igualmente dar la clase, que con creatividad e imaginación o ingenio, se las arreglan para cautivar y llamar la atención de todos los alumnos, que están dispuestos a explicar dos o tres veces un tema y a los que no se les da ni el lugar ni el respeto que merecen y a los que muchas veces se los mete en la misma bolsa que esos docentes que parecieran no tener vocación y de los que di cuenta en el párrafo anterior.
La motivación por la escribí este texto parte de mi decisión de seguir con la vocación docente, como publique hace un tiempo estudio para profesora de historia, y es mi afán lograr que la gente que conforma comunidades, sociedades y hasta llega a gobernar pueda diferenciar a aquellos profesores que se comprometen con su trabajo, con los alumnos, con la comunidad, con la sociedad, que tienen en cuenta los cambios que se producen en su entorno, que no se aíslan del Campo Social, que consideran las opiniones de los alumnos; de los padres y de la comunidad, que buscan estar a la vanguardia de los cambios; es decir tratan de inspirar a sus alumnos para que puedan mejorar su entorno y superarse a si mismos, sorteando cualquier obstáculo que la vida ponga en su camino; de aquellos que dejan mucho que desear de su empeño y vocación.
Con esto no quiero decir que los primeros sean perfectos y auténticos, ni de que yo seré un fiel testimonio de ellos, porque eso sería arbitrario, demagogo e inverosímil, lo que trato de exponer es que a mi criterio ese docente es el demanda una sociedad democrática, como dice una profesora, que tengo el honor de tener en una materia que curso, “un profesor debe tener apertura mental” que es todo lo ya expuesto, debe mantener su vocación, su pasión, lo que lo impulso a dar clases o tomar como futuro esa carrera, y ser fiel en todo momento a su honestidad intelectual, a sus convicciones, y valores, pero sin caer en la intransigencia, pues eso sería alejarse de la apertura mental. Este debería ser el modelo de docente al cual aspirar como futuro docente y al que respetar si nos consideramos como miembros de una sociedad democrática, pues si esto es lo que demandamos, y si llegamos a encontrar quienes se acerquen a ello, no podemos rechazarlos, desaprovecharlos o menospreciarlos y mucho menos ponerles trabas a su labor e impedirles que lo cumplan como deben, tenemos que darles el lugar, el respeto, el espacio y el reconocimiento que merecen. Pues, y llegando al fin de mi disertación, al docente, para bien o para mal, lo necesitamos, ya que la mayor parte de nuestra vida la pasamos estudiando y aprendiendo y nuestras guías u orientadores son los docentes. Es más creo que todos recordamos a algunos, (y podría arriesgar que a todos), maestros de nuestra infancia y/o adolescencia por sus cosas buenas y malas; mi propuesta al fin y al cabo es que ayudemos a que en el futuro se recuerde a los profesores más por sus cosas buenas que por sus cosas malas.
martes, 6 de octubre de 2009
La importancia de la educación
Que la educación es importante todo el mundo lo sabe, ¿Pero quién se preocupa realmente por ella?,¿Quién se ocupa de respetarla, de garantizarla, de promoverla y de protegerla?. Díganme de verdad ¿Quién le da el rol que en realidad merece?, la respuestas a estos interrogantes es nadie. Y cuando digo nadie me refiero a todos los hombres y mujeres de este suelo, pues este texto no es un discurso dirigido exclusivamente a políticos, a docentes, y/o gremialistas, es para todos aquellos que se digan o se aprecien de ser argentinos. Para ellos hablo y expongo el porqué de interesarse por la educación.
Estoy cansada de ver y oír los obstáculos y problemas que el acceso a la educación y su desarrollo presentan. No puedo creer que en pleno siglo XXI no se haya encontrado la forma de que la escuela se vinculé con el Campo Social y con los cambios que vienen sucediendo en nuestra sociedad.
Esto no sucede en todas las escuelas, eso debo admitirlo, pero hay bastantes aisladas de todo y de todos, que no contribuyen ni incentivan los cambios sociales y tampoco le son útiles a aquellos que acceden a ella. Que la escuela se cierre en si misma no es para nada positivo, ya que eso implica que se queda atrás del cambio social, se vuelva anticuada y arcaica, convirtiéndose en una institución olvidada y abandonada a su propia suerte. Debe de ser prioridad de todos el evitar que esto suceda, dándole a la escuela el rol de vital importancia dentro de nuestra sociedad, la educación debe acompañar el cambio social y a la vez estar a la vanguardia, no puede estar rezagada. Es ella la que nos da o nos debería dar las herramientas para defendernos de las injusticias, para hacer valer nuestros derechos, para construir un futuro mejor, para comprender el presente, para vivir en sociedad, para saber discernir, para argumentar nuestras elecciones, convicciones y decisiones. Es ella la que nos hace o forma como ciudadanos, si la perdemos o la minimizamos quién nos hará pensar, reflexionar y debatir aquellas cosas esenciales que marcan nuestra vida o nuestro accionar en ella.
Me pregunto al ver que ya nadie cuida ni al docente comprometido ni al alumno que quiere superarse, y también al observar como todos caen en la misma bolsa, ¿Quién va a ayudarla?, ¿Quién va a rescatarla de un fin ruin?, ¿Quién se atreverá a conducirla hacia delante?, y sobre todo ¿Quién tomará la iniciativa de proponer un proyecto, a largo plazo, que mejore, no solo las condiciones de trabajo de los docentes, o la relación alumno-profesor, sino la educación en sí, es decir los programas; la integración del afuera; del cambio social; de lo impredecible; de las capacidades colectivas e individuales de alumnos y profesores , de la relación inter e intrageneracional y el apoyo de los padres y de la comunidad?. Y ahora la respuesta es todos, pues es responsabilidad de todos hacer de la escuela el mejor lugar para los jóvenes que construirán el futuro, y una institución honrada y respetada que sea sinónimo de cambio y evolución y no de deterioro social. Todos debemos hacer algo por ella, ya que sin lugar a dudas al hacerlo contribuimos en cambiar un poco nuestra realidad. Y considerando que creemos en el mañana, en el progreso, en el cambio, en el mundo y en nuestros niños no dudo que haremos algo al respecto, para aunque sea dar el ejemplo de sociedad unida y solidaria a los jóvenes que algún día van a ser grandes, y tendrán en sus manos la responsabilidad de preservar el orden social. Por eso, por mi optimismo natural y por mi fe en Dios y en la comunidad, creo fervientemente que no dejaremos que la escuela sea olvidada y abandonada, haremos lo que este a nuestro alcance para que no se encierre en sí misma y desaparezca, pondremos nuestro granito de arena para que siga siendo un “Templo del Saber”, como decía el director de mi escuela primaria, y para no dejar de sentir a la educación como un elemento importantísimo de nuestra sociedad.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Amor Prohibido
domingo, 30 de agosto de 2009
Culturas americanas
Ya hace algún tiempo que nadie habla de ellos, ni siquiera los nombran, nadie los recuerda ni los conoce. Libros enteros que solo hablan de Incas, Mayas y Aztecas y dejan de lado a aquellas que por más pequeñas que hayan sido han hecho historia. Las hemos olvidado de forma colectiva e individual y lo peor es que no nos sentimos ni un poco responsables de estas amnesias y por ese motivo no movemos ni un dedo por hacerlas resurgir, por devolverles su presencia y su identidad; cuando en realidad tendría que ser nuestro deber hacerlas renacer, resucitar, resurgir o sobrevivir, pues aún hay en este bendito suelo americano descendientes de esas olvidadas tribus. Los fundadores de esas tribus hace años que se marcharon para no volver, que se marchitaron como hojas en otoño, y que se ahogaron sus voces porque de ellos se adueñó la autodestrucción, las guerras entre tribus y la llegada de los españoles.
Españoles que con su ímpetu de conquista borraron de nuestra historia su idioma, sus costumbres, sus creencias; que acallaron sus ideas y los obligaron a aceptar la cultura que ellos traían, cultura violenta y despótica que se escudo tras una evangelización que jamás llego a ser asimilada por esos hombres que hicieron lo posible por defender sus ideales, pero que no pudieron resistir y sucumbieron ante el poder de los invasores; no solo por las armas o mitos que giraban alrededor de ellos, sino también por las enfermedades que trajeron y para las que no estaban preparados; más los trabajos forzados (minas), a los que estuvieron obligados cuando fueron puestos al servicio de la corona española.
Sin embargo no todo se ha perdido, pues los españoles nos dejaron su idioma y con él podemos ser los portavoces de ese pasado poco conocido, podemos investigar, indagar y hacer que la amnesia se vuelva memoria y que ésta se haga conciencia, con la que podríamos devolverles la voz a esas tribus cercenadas y desaparecidas, que alguna vez fueron gloria, vida y esperanza, y que gozaron de un apogeo propio, de una prosperidad que se vio truncada por las desventuras del destino.
Está en nuestras manos atender este asunto y no dejar que sigan olvidadas sus huellas en esta tierra, sacarlas del cajón o baúl tapado por el polvo de los años y volver a darles vida para que puedan escribir también su parte de verdad, y nos den ese capitulo que nos falta y esas herramientas que hoy podríamos utilizar.
No dejemos por ningún motivo una laguna o vacío en nuestro rico pasado, hagamos hoy lo que nadie se ha atrevido, mira tú a ese hermano perdido, olvidado y dime si te quedarás con los brazos cruzados.
sábado, 29 de agosto de 2009
Amor de verano
El enojo y la ira
¿Qué dispara nuestro enojo?, ¿Qué despierta nuestra ira?, ¿Hay algún motivo particular que se encargue de suscitar esto?. Seguro que si lo analizamos desde la ciencia encontraremos una explicación racional que nos aclare esta reacción química producida por nuestro sistema nervioso, que a un determinado estimulo da una determinada respuesta, (enojo, ira, agresividad, dolor, alegría, euforia). Más yo no busco que se me explique este complejo y asombroso proceso, lo que intento es analizar que situaciones o razones nos impulsan a reaccionar así y por qué hay personas que se controlan más que otras.
Imaginemos por un minuto que nos hemos levantado relajados y descansados, tensos no ya que si nos encontramos así es muy probable que hasta la más minima cosa que suceda logre ofuscarnos. Aclarado esto volvamos a nuestra virtual situación, nos levantamos relajados, desayunamos liviano; para no sentirnos pesados pues eso cambiaría nuestro humor y lo que estamos tratando de ver son las causas externas, las que no podemos manejar ni anticipar. Volviendo a lo anterior hemos decidido no mirar el noticiero y preferimos escuchar música que nos alegra. Después de esto salimos a la calle, listos para trabajar o estudiar, bastante contentos, (Una aclaración dejaremos de lado al que va a trabajar o a estudiar caminando y nos centraremos en los que van en transportes públicos o en sus autos, a los que se les puede presentar más complicaciones en su trayecto). Bien nos habíamos quedado en que salimos y nos dirigimos a nuestro auto, al colectivo o al subte. Ya en alguno de ellos nos encaminamos a nuestro destino. Los que vamos en auto podemos poner la radio y mantenemos la calma hasta que nos topamos con un desvío por reparaciones, que hace años que empezaron; los que vamos en colectivo nos ponemos a leer, a escuchar música o simplemente nos adormecemos un poco, pero la tranquilidad se empieza a quebrar cuando nos encontramos con manifestación en plena avenida y el colectivo debe desviarse; y los que utilizamos el subte podemos hacer lo mismo que en el colectivo, pero la cosa se complica cuando anuncian demoras y ni se puede respirar por toda la gente que se encuentra en el vagón, se aplica lo mismo a los que utilizan el tren. Pero aún así en estas situaciones, que en nuestro tiempo se han vuelto cotidianas, logramos mantenernos calmados y llegamos a destino. Ya en el trabajo o en el lugar de estudio nos enteramos que lo ascensores no andan y las escaleras delante de nosotros se agigantan. Subimos como podemos, pero manteniendo la calma o lo que va quedando de ella, pues todo tiene un límite, somos humanos, eso esta más que claro.
Volviendo al tema que nos concierne, respiramos hondo y comenzamos nuestro día laboral o de estudio. Adentrándonos en la mañana, tarde o noche, dependiendo de nuestro horario, nos encargan una tarea difícil, compleja e individual que se debe de entregar al terminar la jornada. Empezamos a hacerlo resignados y con menos calma, al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que nos faltan materiales o elementos para acabar dicha tarea, por lo que nos dirigimos hacia donde podemos hallar lo que nos falta, pero nos topamos con que no pueden darnos lo que buscamos, pues ya fue solicitado por alguien más. Exigimos que nos den una rápida solución, algo alterados, sin embargo nos retiramos sin nada, solo con nuestra bronca y enojo, que termina por estallar, al terminar la jornada, cuando al querer comprar algo nos damos cuenta que en algún lado nos han dado un billete falso, que no notamos en ese momento y que llevamos a casa como un agrio recuerdo.
La situación que detalle anteriormente la vivimos muchos cotidianamente, demoras, contratiempos, intercambios de ideas en malos términos, embotellamiento, gritos, humo, calor, frío, lluvia, sol, viento o humedad. Factores externos que afectan nuestro ánimo y nos hacen reaccionar de una manera irracional y muy perjudicial para nuestra salud; aunque también lo es el quedarse con esas cosas en nuestro interior, ya que nos estaríamos autodestruyendo.
Un consejo es que al encontrarnos frente a un motivo o razón que nos perturba, debemos respirar hondo y tomar algo de distancia para que se nos aclare la mente y el panorama, para así poder relajarnos y calmarnos evitando enfermarnos.